16 familias afectadas por las lluvias en Limón Indanza

Ayer continuaban las labores de limpieza en el barrio La Florida y en todo el cantón. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Ayer continuaban las labores de limpieza en el barrio La Florida y en todo el cantón. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Ayer continuaban las labores de limpieza en el barrio La Florida y en todo el cantón. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Sus rostros mostraban dolor y tristeza. Los hermanos Mauro y María Orellana, de 16 y 19 años, permanecieron casi una hora con el lodo hasta el cuello, aferrados a troncos de árboles como náufragos, en medio del mar de fango que sepultó a cinco viviendas y nueve personas.

La tragedia ocurrió a las 06:20 del sábado, en el barrio La Florida, del cantón Limón Indanza, provincia de Morona Santiago. En la lista de fallecidos están su madre, Rosa Loja, y su hermano menor, Juan Orellana, de 16 años, quienes fueron enterrados por el alud.

A esa hora en la casa de los Orellana-Loja todos dormían, excepto la madre que preparaba el desayuno. Había llovido desde la noche del viernes hasta las 06:30 del sábado 24 de noviembre. El agua resbalaba por la pendiente pero nadie le dio importancia.

La vivienda de madera de los Orellana estaba a la mitad de la montaña y fue la primera que envolvió la masa de tierra. María recuerda que salió expulsada de la cama, que su cuerpo resbalaba entre los escombros y allí agarró de la ropa a su hermano Mauro.

También escuchó perderse entre gritos a su madre y al hermano menor. “Fue terrible”, dijo María mientras lloraba. Los sobrevivientes ingresaron al Hospital Básico de Limón y ayer fueron dados de alta para dar sepultura a los suyos.

En el coliseo de la Unidad Educativa Río Santiago, en el centro de la ciudad, se levantó una capilla ardiente con siete fallecidos. Luis Marín y su hija Miley, de ocho años, fueron velados en la casa de un familiar.

Hasta las 15:00 de ayer, unas 3 000 personas llegaron al lugar donde se realizó una misa.

Según datos de la zonal 6 del Servicio Nacional de Gestión de Riesgos, esta tragedia dejó también ocho heridos, siete casas destruidas parcialmente y con inminente riesgo de caer, 16 familias damnificadas que totalizan 77 personas.

Enseres y un vehículo quedaron enterrados. Los afectados fueron evacuados hacia casas de familiares o amigos y no podrán retornar, por seguridad, dijo Rosa Vázquez, coordinadora provincial de Gestión de Riesgos.

Ellos están recibiendo asistencia humanitaria de instituciones públicas y de la iglesia, porque la mayoría se quedó en la calle. Ayer, por ejemplo, personal del Santuario Diocesano Nuestra Señora de Guadalupe levantaba información de las familias.

Desde esa mañana del sábado, Limón Indanza no es la misma. El pueblo se siente triste, alborotado, sucio por el lodo y con desastres naturales por todo lado. La vía principal Méndez-Limón tiene más de 30 derrumbes entre pequeños y grandes que afectan el normal paso vehicular.

Hay maquinaria de Ministerio de Transporte y Obras Públicas, Municipio local y las microempresas viales (obreros de la zona) que realizan el retiro y limpieza de los escombros. Cerros afectados por el desprendimiento de la capa vegetal y deslizamientos.

Los caudales de las vertientes de las partes altas aumentaron y el líquido resbala por las laderas, lo cual mantiene activa la amenaza de más deslizamientos. “Necesitamos la intervención de técnicos urgente”, dijo Gudalupe Chacón.

La avalancha del material rompió el cerramiento de metal de su casa y alcanzó hasta el techo. “Nos salvamos de milagro. Salimos (seis personas) nadando en el lodazal y parecía que nunca íbamos a llegar a tierra firme.

En la zona del desastre se vivió la mayor actividad. Ayer, personal del Grupo de Operaciones Especiales de la Policía Nacional de Chimborazo -con ayuda del perro Kalimán- peinó la zona para descartar la presencia de más cuerpos.

El policía Luis Tixi, guía del can, sabía que no había más personas atrapadas, pero debían rastrear la zona por precaución y para retomar las labores de limpieza.

En esta actividad intervinieron más de 50 personas, entre familiares, vecinos, voluntarios y obreros de instituciones públicas. Unos retiraban tablas y enseres de las casas parcialmente afectadas y otros empujaban el lodo acumulados para liberarles de peso.

En esa búsqueda y en medio de lamentos fue sacada la camioneta –totalmente destruida- de Luis Marín, con una retroexcavadora. Esa mañana el vehículo estuvo estacionado afuera de su vivienda que quedó sepultada. Los Comités de Operaciones de Emergencia (COE) provincial y cantonal continúan activos.

Suplementos digitales