Roxana Cazco. Corresponsal en Madrid
A las 13:45, la Policía les dijo que su hijo estaba libre. Sobre las 19:00, que se había suicidado.
Ocurrió el viernes pasado en la Comisaría (calabozo) de la Vía Laietana, en el centro de Barcelona. Jonathan Javier Sisalema Aguilar nunca salió de allí.
Según los agentes, el chico se colgó del techo ayudado de su camiseta, a la que previamente había “hecho tiras”. Demasiadas contradicciones cuando se trata de la vida de un joven de 20 años, que -según su familia- gozaba de excelente salud y que estaba bien anímicamente.
Le detuvieron en la estación de metro Badal, el jueves 18, alrededor de las 19:00, por no tener papeles. Estaba con Kathy, su novia, dando un paseo. La Policía llamó a la madre, Gladys Aguilar, para informarle de la detención y asegurarle que al día siguiente quedaría en libertad. La machaleña llamó el viernes para preguntar por su hijo y los agentes le respondieron que Jonathan ya estaba en la calle. Salió a trabajar tranquila.
Augusto Sisalema, el padre, recibió la nefasta llamada que le informaba del suicidio.
“Mi hijo estaba bien de ánimo”, asegura Gladys, que trabaja en limpieza. Tiene dudas sobre el suicidio. “Nunca hemos visto esas intenciones. Era un chico muy tranquilo, nada violento”, acota. Y espera que el informe de la autopsia, que estará listo a más tardar el martes 30, aclare qué pasó. Aun así, cree que el chico pudo tener miedo a una expulsión.
El cónsul ecuatoriano en Barcelona, Freddy Arellano, también da cuenta de algunos sinsabores. “La Policía nos pidió por teléfono que informemos a la familia del suicidio. Les contestamos que eso le correspondía a esa institución y solicitamos nos remitan por escrito lo sucedido”.
La familia, a través del abogado Raúl Castro –contratado por el Consulado-, ha interpuesto una denuncia en el Juzgado de Instrucción nro. 14, dirigida a los agentes responsables de la custodia de los calabozos, “a fin de que se esclarezca este hecho y por qué se suicidó”, explica el letrado.
En la denuncia se ha solicitado la declaración de todos los funcionarios de guardia en el momento de la muerte del compatriota. El cónsul Arellano ha pedido la concurrencia de un médico ecuatoriano si se mantienen las dudas de la familia después de emitida la autopsia. “Pediremos otro informe a médicos independientes”, ratifica Castro.
Para el diplomático, en la Ciudad Condal la única duda que hay al momento es “¿cómo un joven en perfecto estado de salud el jueves se suicida el viernes?”.
Los padres de Jonathan arribaron a Barcelona hace nueve años, el joven hace seis. Nunca pudieron regularizarle debido a la inestabilidad laboral y a la ausencia de contratos y de una vivienda en condiciones. Todo esto, pese a que Jonathan vivió casi media vida en esa ciudad.
La Secretaría Nacional del Migrante se ha comprometido a gestionar la repatriación del cadáver y cubrir los gastos, debido a la difícil economía familiar. Los Sisalema-Aguilar tienen tres hijos más y el padre está desempleado.