‘A un mes de la visita del Papa, la infraestructura aún no está lista’

Padre César Piechestein, vocero de la Arquidiócesis de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Padre César Piechestein, vocero de la Arquidiócesis de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Padre César Piechestein, vocero de la Arquidiócesis de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Entrevista al Padre César Piechestein, vocero de la Arquidiócesis de Guayaquil. El religioso comenta cómo ha avanzado la organización para la llegada del papa Francisco a Ecuador.

¿La Iglesia consideró en algún momento que la misa del papa Francisco en Guayaquil se desarrolle en el parque Samanes, que es obra del Gobierno?

Esa era una de las posibilidades. Pero el Santo Padre quiso que sea en el Santuario de la Divina Misericordia, porque para una misa campal es de mayor significancia un santuario que un parque.

Precisamente porque el Papa quería ofrecer la misa en el Santuario, ¿no era deber de la Iglesia mantener esta intención?

Eso era la idea original, pero luego de los estudios técnicos hechos por el Gobierno, se dijo que el lugar no era el adecuado, y para no arriesgar la integridad de las personas, se reduciría a 11 000 fieles. Eso significaba dejar fuera a miles. Entonces el Santo Padre decidió celebrar la misa donde puedan llegar y participar todos los que así lo quieran.

¿El Gobierno mocionó el parque Samanes?

Sí. Pero no fue la única, entre ellas se presentó la opción del Santuario, y tengo entendido que otras dos opciones más de la Iglesia y el Estado.

Luego de modificarse el itinerario en Guayaquil, ¿cuáles son los retos por la llegada del Papa al parque Samanes?

Lo que tenemos en contra es el tiempo, porque la fecha está muy cerca y ni en Quito ni en Guayaquil se han construido los templetes donde se celebrarán las misas. Estamos más o menos a un mes de la visita del Papa y la infraestructura mínima necesaria no está lista.

¿Qué institución debe encargarse de aquello?

A eso se ha comprometido la ministra (María) Duarte en ambas ciudades.

¿La Iglesia está consciente de que al Gobierno le costó la salida del exgobernador Rolando Panchana de su cargo por adelantar anuncios sobre la seguridad del terreno anexo al Santuario?

Dentro de la organización, no podemos opinar al respecto. Más bien a nosotros nos emociona pensar en las coincidencias que existen entre el papa Francisco y San Juan Pablo II. Juan Pablo es el promotor de la devoción a la Divina Misericordia y Francisco va a ir al Santuario por esta razón.

Pero en el contexto de la salida de Panchana, el arzobispo Antonio Arregui sí se pronunció y calificó de extemporánea su recomendación. A todo esto, ¿finalmente tuvo la razón?

Sí la tuvo, pero en ese momento su comentario fue extemporáneo porque lo dio como una opinión. Después resulta ser que el estudio técnico arrojó el mismo resultado. El problema, entiendo, fue que el exgobernador no presentó un resultado técnico.

El cambio del sitio donde será la misa campal fue anunciado antes que la Iglesia, por el canciller Ricardo Patiño....

Nosotros tenemos un patrón de comportamiento y ellos tienen otro.

¿Cuál ha sido la distribución de funciones entre Iglesia, Gobierno y municipios en los preparativos?

A la Iglesia le toca organizar la ceremonia, los cánticos, la procesión y las ofrendas. Lo demás, en materia de transporte, salud, la logística, le corresponde al Gobierno.

¿Y se está cumpliendo este orden?

Yo creo en la palabra dada. Hay compromisos adquiridos y esperamos se cumplan.

¿Cómo ha conseguido el Gobierno tener tanto protagonismo en el marco de la próxima visita del Papa?

Es lógico el protagonismo. Además de la Iglesia, el Estado también es anfitrión. A nivel civil el Papa es el presidente del Estado Vaticano, y a nivel religioso es el primer representante de la Iglesia Católica. Por esa razón el Estado debe recibirlo como se recibe a los jefes de Estado; y en la Iglesia lo recibimos como un pastor de la religión.

Su trayectoria

Es el vocero de la Arquidiócesis y párroco de la iglesia San Alejo. Trabaja con el arzobispo Antonio Arregui.
Su punto de vista. La visita del Papa tiene corte diplomático. Por eso el Estado ha mantenido un protagonismo en las decisiones más importantes.

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