La expresidenta de Costa Rica Laura Chinchilla cree que si una Contraloría falla es más difícil combatir la corrupción

La expresidente de Costa Rica, Laura Chinchilla, llegó al Ecuador para dar una conferencia en Machala este 15 de junio del 2017. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

La expresidente de Costa Rica, Laura Chinchilla, llegó al Ecuador para dar una conferencia en Machala este 15 de junio del 2017. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

La expresidente de Costa Rica, Laura Chinchilla, llegó al Ecuador para dar una conferencia en Machala este 15 de junio del 2017. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

La expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, cree que hoy existe en América Latina una mayor conciencia civil respecto al combate y prevención de la corrupción.

La política centroamericana, quien gobernó su país entre el 2010 y 2014, considera que la recesión económica que afectó a la región permitió que sectores de la población que antes se beneficiaban con el ‘boom económico’ hoy sean intolerantes a la impunidad.

Afirma que en la actualidad una prensa independiente y robusta puede destapar nuevos escándalos que involucren a funcionarios. También indica que si una Contraloría falla, como en el caso de Ecuador, es mucho más difícil combatir la corrupción.

Chinchilla, quien fue la primera mujer en ser elegida mandataria y la quinta en la región, participará la noche de este 15 de junio del 2017 en una conferencia magistral sobre los retos y desarrollos que tiene América Latina. El acto es parte de la agenda por los 193 años de cantonización de Machala (El Oro).

La mañana de este jueves 15 de junio, asistió a un desayuno en su honor que ofreció el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, y estuvieron el burgomaestre de Machala, Carlos Falquez Aguilar; el asambleísta Carlos Falquez Batallas, entre otros dirigentes socialcristianos. Luego atendió entrevistas con los medios de comunicación.

¿Las denuncias de corrupción de Odebrecht en la región revelan la fragilidad en las nuevas democracias o es un tema de antaño que ahora se le pone el rostro?

Hay dos caras de la moneda. Uno tiene que ver con la puesta en evidencia de un problema, que a mi criterio, es muy estructural, que ha sido de muchos años. No creo que un tema como el de Odebrecht sea de ahora, pero me parece que esa corrupción de intereses público privado ha venido de atrás. La otra cara tiene que ver con algo más esperanzador y es que hay que reconocer que ahora por lo menos estamos viéndole la cara a los corruptos. Ha habido mejoras en materia de Estado de derecho, administración de justicia, hay fiscales y jueces con alto grado de independencia que ya no tienen temor en meterle mano a los más poderosos del sector privado y político.

¿Es suficiente con ponerle rostro a la corrupción?

No, por supuesto que no, pero es un paso. Se le está diciendo a la gente estos son los responsables. Aquí lo más importante es que se le pueda meter un golpe a la impunidad. Si en el pasado ha habido corrupción en América Latina es porque siempre ha habido impunidad. Tal parece que lo que está sucediendo hoy es que la justicia está trabajando de una manera más profesional y que pareciera que van a haber sentencias condenatorias que van a permitir de nuevo que frente a estos hechos no haya impunidad por lo menos en algunos países.

La impunidad es una de las preocupaciones y genera desconfianza en la ciudadanía. En la reciente campaña electoral de Ecuador las denuncias de corrupción pesaron poco en la cotidianidad de la gente.

Me parece que es un poco diferente el caso de Ecuador, quizás lo mismo esté pasando en República Dominicana, pero a parte de algunos países que son excepción, en casi todos los países de América Latina, en este momento la principal preocupación o uno de los principales es el tema de corrupción.

¿Hay un crecimiento en la preocupación de la ciudadanía sobre la corrupción?

Pareciera que el crecimiento de esa preocupación en torno a la corrupción está asociado no solo al destape de los casos que se están conociendo, sino también a una coyuntura económica recesiva. Es decir que de alguna manera los pueblos están más allanados a que existiesen o se dieren casos de corrupción en tanto va cambiando la situación que beneficiaba a todos, es decir había un reparto de los beneficios del crecimiento económico. Ahora que la situación cambia, ahora que se habla que alguno de esos sectores que se vieron beneficiados del ‘boom económico’, que lograron salir de la pobreza, ya no están dispuestos a tolerar la corrupción. Un ejemplo es Brasil que la gente salió a las calles a protestar.

Ahí la sociedad civil es fundamental…

Es fundamental. Yo sigo creyendo que por más que los fiscales hagan su trabajo, si no hay una ciudadanía que en verdad entienda la magnitud del problema y se exprese con indignación los temas van a seguir porque al final los políticos vivimos del voto de la gente. Es necesario conocer la opinión de la gente y la voz de la gente por supuesto está en los medios de comunicación que son los que ayudan a fortalecer ese concepto de opinión pública que es tan importante.

Falta conciencia en que la corrupción a corto o mediano plazo también afecta la aplicación de derechos humanos, las condiciones de vida de la población en común… ¿Esto contribuiría a la prevención o no?

Es que todo empieza por ahí, en el fondo lo que queremos es evitar que se vuelva a repetir un caso Odebrecht. La pregunta es ¿qué hacer? Cuando ya intervienen los jueces y fiscales es porque ya se repartió el dinero, es porque obviamente la obra se encareció, es decir las calles les están saliendo mucho más caras a la gente (…) lo más importante es que la gente tiene que entender que es su dinero, lo que se están robando es lo que estamos pagando en impuestos.

¿Los frentes anticorrupción que se están creando de qué manera ayudan?

Sin lugar a dudas son muy importantes, muchos de ellos no solamente ejercen el derecho a la protesta, a la denuncia, sino que además ayudan a promover reformas ante los congresos. En muchos de los países existe impunidad porque no existe una institucionalidad o normas necesarias y efectivas para poder traer a la gente a cuentas. En otros casos, esos colectivos están ayudando a los periodistas brindándoles información, de manera que es muy importante el accionar de la sociedad civil.

¿Estos frentes deben ser integrados únicamente por figuras de la sociedad civil?

Dependiendo del país, hay la sociedad civil que participa y en algunos casos ha institucionalizado procesos como en el caso de Honduras con el apoyo de la comunidad internacional. En el caso de Centroamérica donde tenemos en este momento cerca de cinco presidentes que están siendo investigados, enjuiciados, buscados internacionalmente con orden de captura. Hay la comunidad internacional está ayudando con asistencia, con cooperación, el caso más claro es Guatemala con una comisión contra la impunidad que es apoyada por la ONU.

Ecuador está pidiendo colaboración a la ONU. ¿Qué tanto puede contribuir?

Hay que ver qué tipo de colaboración. Es un caso muy particular porque en el fondo significa ceder soberanía en aras de poder garantizar el combate a la impunidad, fue lo que hizo Guatemala, tuvo una experiencia exitosa, pero me parece que muchos países están muy asustados. No sé cuál es exactamente el tipo de cooperación que busca Ecuador, pero a nivel internacional hay organismo que pueden ayudar. La apuesta principal y creo que le ha pasado a Ecuador y es muy preocupante, es que la prevención tiene que darse en los niveles administrativos, sociedad civil, medios de comunicación, el control político del Congreso, de la Contraloría. Dentro de la administración de la Contraloría esta es la etapa previa antes que los casos se judicialicen. Si esa institución falla, es mucho más difícil combatir la corrupción.

¿Usted cree que una prensa libre ayuda a descubrir este tipo de casos como Odebrecht?

Muchos de los casos de corrupción a nivel de muchos países del mundo, no solo de América Latina, han salido por investigaciones periodísticas que se han realizado. Una prensa independiente, una prensa robusta, periodistas que sientan que no van a arriesgar su vida por destapar un escándalo, hacen parte de esos frentes de combate y prevención de corrupción.

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