Un costado del edificio Appenzell fue cubierto con plástico, después de que los vidrios de los departamentos se rompieron por la explosión. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO
Dos mujeres de nacionalidad colombiana, quienes prefirieron no dar su nombre, relataron que vieron desde su ventana una luz e instantáneamente escucharon un ruido ensordecedor. Ellas retrocedieron y observaron cómo caían los vidrios de su departamento ubicado frente al octavo piso del edificio Appenzell, lugar donde se registró una explosión la mañana de ayer.
Carol Obando vestía un calentador y en su rostro aún se notaba preocupación. Ella frotaba sus manos para apaciguar los nervios y el frío de la mañana. Cerca de las 07:00 de ayer, 10 de diciembre, ella observaba los daños provocados por la onda expansiva de la explosión registrada en la avenida Eloy Alfaro, en el sector de El Batán.
La joven había salido apresuradamente de su vivienda a la calle para saber qué había pasado. Solo vio vidrios rotos por todas partes. Contó que escuchó un gran estruendo, lo primero que hizo fue levantarse y correr a la habitación de sus padres. Todos los integrantes de su hogar estaban bien, pero los cristales del inmueble en el que reside se rompieron debido a la cercanía con el edificio en el que se registró la explosión.
Camilo Gutiérrez caminaba de un lado a otro. Él vive en un edificio cercano a la edificación del Appenzell. Relató que se despertó por el gran ruido que escuchó. Los cristales de su departamento se rompieron y él quería saber quién respondería por los costos de los daños, así que permaneció en el lugar. Estaba preocupado.
Habitantes de otros sectores aledaños a El Batán también escucharon la explosión. En zonas como la Mañosca y La Carolina el ruido fue percibido con claridad.
“Parecía que cayó una bomba no muy lejos de la casa. Me acerqué a la ventana pero no vi nada” contó Isabel Tituaña quien vive cerca al parque La Carolina, en la calle Francisco Andrade Marín y av. Eloy Alfaro, en el norte de Quito.
“Qué susto nos llevamos, se escuchó un gran estruendo, pero nada más aparte de eso”, opinó Andrea Suárez, que vive frente al Colegio Sebastián de Benalcázar.
Una fuga del sistema de gas centralizado es la posible causa de la explosión en el octavo piso del edificio Appenzell que no se encontraba totalmente habitado.
Dos personas resultaron heridas con quemaduras de segundo y tercer grado en el 50 por cierto de sus cuerpos, según informó Cristian Rivera, director del COE Metropolitano.