Según la OMS, 26 vacunas contra el covid-19 están en fase tres, es decir, ensayos en seres humanos. Foto: EFE
Durante décadas, las vacunas han ayudado a prevenir la propagación de patologías contagiosas, discapacitantes y mortales. Pese a ello, hay personas que se oponen a esta práctica, lo que es un peligro cuando los países se alistan para una inmunización masiva contra el coronavirus, dicen expertos.
En el mundo se desarrollan más de 169 posibles fórmulas para contrarrestar este virus que ha dejado más de 65,2 millones de infectados y 1,5 millones de fallecidos; solo en Ecuador el número de contagiados bordea 200 000.
De las 169 fórmulas, 26 están en fase tres, es decir, ensayos en seres humanos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La dosis producida por la farmacéutica estadounidense Pfizer y su socio alemán BioNtech alcanzó el 95% de eficacia para proteger del virus. Las de AstraZeneca (Reino Unido), Moderna (EE.UU.) o Sputnik (Rusia) llegaron a un porcentaje menor, en ensayos clínicos.
En documentos de las compañías se detalla que no se han reportado efectos secundarios graves. En Pfizer, por ejemplo, el problema más común fue la fatiga, después de la segunda dosis.
Pero, ¿qué tipo de vacuna se está desarrollando? Los científicos trabajan en una nueva fórmula conocida como ARN mensajero (ARNm). Su objetivo es “dar una instrucción” a las células para que actúen frente al virus.
Así, el sistema inmunológico reconocerá y producirá la proteína para protegerse ante la infección del patógeno SARS-CoV-2.
El beneficio es que las personas pueden inmunizarse sin el riesgo de sufrir consecuencias graves o modificaciones genéticas; tampoco será un instrumento de control poblacional. Esto destacan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU.
Los científicos -según los CDC- han probado la tecnología de ARNm en otras enfermedades, como influenza (gripe estacional), el zika (patología viral provocada por un mosquito), la rabia (mal zoonótico) y el citomegalovirus (mal infeccioso).
Jan Felix Brexler, virólogo y profesor de la Clínica Charité de Berlín, citado por el medio alemán DW, dijo que si la ciudadanía no se inmuniza, el mundo seguirá con una infección activa y continua de covid-19.
EL COMERCIO entrevistó a cuatro especialistas ecuatorianos, que aclararon mitos sobre estas vacunas.
La fabricación toma años
Camila Montesinos. Especialista en salud global
La elaboración de una fórmula puede tardar de 10 a 25 años; depende de su complejidad. Va desde la fase preclínica, es decir identificación, hasta pruebas clínicas en humanos. Pero se han dado avances tecnológicos. El esfuerzo de laboratorios y el intercambio de información sobre la nueva cepa de coronavirus han ayudado. Además, se han usado técnicas ya investigadas. La dosis de la influenza, por ejemplo, estuvo lista en seis meses, ya que tomaron en cuenta estudios de vacunas existentes para introducir una nueva.
Sí pueden haber reacciones
Mónica Tarapués. Docente de farmacología
Todo medicamento es una sustancia exógena (se forma fuera del organismo) que puede producir efectos adversos, como fiebres o dolores. Las vacunas no son la excepción y presentan una respuesta similar. Pese a ello, las personas deberán inmunizarse, porque este virus es altamente contagioso. El reto es cómo el Estado va a gestionar esos riesgos. ¿A dónde ir ante reacciones adversas? ¿Quién y cómo los atenderán? Además, la industria debería dar planes para saber cómo actuar. Y no se deben descuidar medidas de bioseguridad.
¿Modificación genética?
César Paz y Miño. Genetista UTE
La modificación genética es un rumor divulgado por grupos antivacunas. Pero, hay que entender que las vacunas han resuelto problemas de salud graves. Con las nuevas técnicas de ingeniería se ha permitido desarrollar fórmulas sin precedentes, que no afectan. Primero se introduce un poco de material viral, a través de otro patógeno, para generar una respuesta inmunológica; más no un cambio en los genes. En la vacuna tampoco se colocará un chip para manipular o saber dónde está una persona. Es imposible, no existen esos dispositivos para colocar en las células.
ARN generan anticuerpos
Estefanía Espín. Biotecnóloga médica
El desarrollo de las vacunas contra el coronavirus es nuevo y distinto. El ARN ingresa en la célula y produce proteínas o anticuerpos. El resto del material sintético se degrada para no generar problemas. Una ventaja es que no trabaja directo con el patógeno y no permanece en el cuerpo, lo que lo hace inocuo. No ocurre con otras en las que sí se manipula microorganismos y los atenúan (patógeno inactivo). Otro beneficio es que solo se debe conocer el genoma del virus. En febrero, científicos lo secuenciaron y empezaron a probar primeros candidatos a vacuna.