La idea de que toda la población cobre un sueldo mínimo cada mes sin necesidad de trabajar parece una utopía. Pero en Alemania hay políticos e intelectuales que la defienden muy en serio. Y un joven berlinés que ya la puso en práctica. “¿Qué pasaría si de pronto todos cobráramos del Estado un salario base de 1 000 euros (más de USD 1 300) sin ninguna condición? ¡Pongámoslo a prueba!”, es el provocador lema con el que Michael Bohmeyer busca avivar el debate en la primera potencia europea.
La idea del diseñador web de 29 años tomó forma cuando se propuso ver qué ocurría si dejaba de trabajar por un año y se limitaba a vivir con los 1 000 euros que recibe cada mes como dueño de una startup que creó hace años. Y el resultado le abrió los ojos. “Mi vida cambió espectacularmente”, cuenta a la agencia DPA. “Tengo menos presión y me siento más libre, así que mi salud mejoró y tengo más energía. Consumo menos, porque no tengo la necesidad de compensar otras frustraciones y me ocupo más de amigos y familia”.
Bohmeyer vive con su mujer y su hija en un pequeño departamento de alquiler en Berlín, gasta lo mínimo y almuerza a mediodía en un comedor social. Pero está cada vez más convencido de que el tiempo libre vale más que el dinero. “No me siento más vago, sino todo lo contrario. Aporto más a la sociedad sin trabajar porque soy más creativo y tengo la cabeza llena de ideas”, añade. “Un 90% de la gente seguiría trabajando aunque cobrara un salario mínimo. Además, la vida sin trabajo es imposible: siempre estamos haciendo algo”.
Para compartir su experiencia y abrir un debate sobre el concepto de trabajo en la sociedad moderna, el programador creó la web mein-grundeinkommen.de (mi salario básico), en la que preguntó a la gente qué haría si recibiese un mínimo de 12 000 euros al año. Cientos de personas respondieron compartiendo sus sueños y proyectos: desde abrir una tienda de caramelos hasta ayudar a refugiados, pasando por hacer yoga o escribir un doctorado.
También sumaron por financiación colectiva o “crowdfunding” una recaudación que se va acercando a los 24 000 euros: suficiente para dos “salarios mínimos” anuales. Bohmeyer los sorteará entre los participantes durante un evento el 18 de septiembre. La idea de un pago mínimo mensual a todas las personas -desde las desempleadas hasta las que ganen millones en su trabajo- es más que un experimento aislado en Alemania o un lugar común de la literatura utópica desde Tomás Moro. Forma parte del programa del Partido Pirata y cuenta incluso con el apoyo de políticos de La Izquierda y los Verdes, las dos fuerzas opositoras en el Parlamento alemán.
Entre sus defensores más encendidos y reconocidos figura también Götz Werner, jefe de DM, la mayor cadena de perfumerías del país. Werner se prodiga en conferencias y entrevistas defendiendo que un salario mínimo universal ahorraría los altos costos de las ayudas sociales de Alemania (y la burocracia asociada), al tiempo que dispararía el bienestar y la productividad. Por supuesto que el ingreso sería sólo una base: toda persona tendría la libertad de seguir trabajando y cobrando como hasta ahora según su empleo. Las críticas al modelo son muchas. Unos apuntan que el salario mínimo universal quitaría estímulos para trabajar.
También está quien considera injusto pagar el mismo monto a pobres y a ricos. Otros advierten que nadie querría tomar empleos de baja remuneración o se preguntan qué pasaría con la población no alemana.
El punto más debatido es la financiación. En un país con 82 millones de habitantes como Alemania, el proyecto tendría un costo anual estimado en casi un billón de euros por año. “Hay muchos institutos económicos que demostraron que el modelo es viable”, replica Bohmeyer. “Todo es financiable si existe voluntad. La humanidad logró a lo largo de la historia concretar iniciativas que también parecían imposibles”. El primer paso, abrir el debate, ya está dado.