Tamaña contradicción la de la pregunta! Pero las revelaciones surgidas como consecuencia de la crisis ITT dan piso a la paradoja.
Para nadie era secreto que el Gobierno tenía dos agendas respecto al petróleo del ITT. La una, extraer el crudo pesado y abastecer un tercio de la capacidad de la Refinería del Pacífico.
La otra, dejar el crudo bajo tierra y buscar en el mundo desarrollado una compensación equivalente al valor del petróleo no explotado.
Lo que solo se revela ahora es cual de las dos alternativas es el plan A del Gobierno.
A los ingenuos ecologistas infantiles nos habían asegurado que el objetivo prioritario era no extraer el petróleo y con ello garantizar la supervivencia de los dos últimos pueblos en aislamiento voluntario del Ecuador y evitar un daño irreparable a la mayor biodiversidad del mundo. La comisión recibió el aplauso y los mayores elogios cuando propuso que con esos ingresos se financie lo que el propio Gobierno había establecido en su Plan Nacional de Desarrollo: la protección de los Parques Nacionales, la contribución para el manejo sustentable de los bosques tropicales en manos de las comunidades indígenas y afroecuatorianas, el cambio de la matriz energética para producir con energías renovables suficiente electricidad y no vivir de apagón en apagón, reforestar el país, proteger las cuencas hidrográficas y contribuir con educación, capacitación, salud y aportes económicos actividades sustentables para los sectores rurales mas pobres del país.
Tras bambalinas, a los socios estratégicos petroleros les decían, ¿quién en el planeta va a pagar por dejar el crudo bajo tierra?
Dejemos que la comisión de ecologistas infantiles recorra el mundo proponiendo imposibles. Cuando regresen, agotados y fracasados, anunciamos que esta maravillosa iniciativa no ha tenido acogida en el mundo desarrollado por su visión egoísta y abusiva. Conste que el Ecuador estuvo dispuesto al sacrificio, pero no encontró la menor solidaridad entre los países ricos.
Dadas estas tristes circunstancias, y con mucha pena, al país no le queda más que explotar el maldito y pesado petróleo.
¡Pero, gran sorpresa, la comisión infantil tuvo éxito!
En seis meses negoció aportes posibles y probables por 1.7 mil millones de dólares, o sea el 50% del objetivo mínimo. Quedaban todavía 12 meses para concretar el resto. Este logro no estaba en el plan estratégico petrolero. Había que desmontar el éxito.
Entonces, se fijó como propicio un tradicional enlace sabatino, para anunciar la reducción del plazo a la mitad, denunciar los atentados contra la soberanía y hacer la recomendación de que los aportantes se metan los centavitos por las orejas.
Chao, iniciativa. ¿Lograron matarla?
Columnista invitado