Corresponsal en Nueva York
Raúl N. cruzó la frontera hace algunos años, vino a visitar a su hijo y reunir algunos dólares para regresar a Ecuador. Con los esperados altos y bajos la vida seguía, hasta que una madrugada del año pasado llegó a su casa la ‘migra’.
Le dieron una orden de deportación. Él no quería volver a Ecuador ¿A trabajar en qué?, se preguntaba. Pero el miedo y un delirio de persecución pudieron más. Esa visita alteró su vida: comenzó a cambiar de domicilios para huir de Inmigración, empezó a tomar y a perder los trabajos.
Las cifras del país
El número de inmigrantes no autorizados de México disminuyó en un 5%, según el Departamento de Seguridad Interna, lo mismo ocurrió de China y Brasil, pero en contraste subió el número de Honduras y Ecuador.
Iglesias, colegios, escuelas y centros de albergue dieron hospedaje a los miles de inmigrantes que llegaron hasta Washington para participar en la marcha por una ley de inmigración. Nueva York desplazó cientos de buses llenos de inmigrantes.
“Era un tipo responsable, pero estaba destrozado por el miedo y la incertidumbre. Le sugerí que volviera al Ecuador, que no tenía sentido vivir así. Se negaba a volver derrotado, pero ayer (lunes 15 de marzo del 2010) me llamó para despedirse, hoy en la madrugada se regresó a Cuenca”. Eso cuenta Vicente Mayorga, miembro del Frente de Inmigrantes Ecuatorianos, quien ha visto durante estos últimos años romperse la vida de muchas familias de inmigrantes sin papeles, víctimas de las redadas y las deportaciones.
Mayorga trae a la memoria, otra historia: ocurrió en el Bronx hace dos semanas, “Inmigración golpeó la puerta donde vivía un joven ecuatoriano que se asustó porque no tiene papeles. Escapó por las escaleras contra incendios, se cayó y ahora está en el hospital con el cuerpo fracturado. La familia no quiere que el caso se haga público por miedo”.
Estas historias de redadas y deportaciones, los inmigrantes creyeron que se dejarían de contar con Barack Obama como presidente. La realidad es que estas aumentaron hasta un 50%. Unos 387 790 inmigrantes fueron expulsados del país en el 2009.
“Una ironía”, según Angélica Salas, directora de la Coalición del Derecho de los Inmigrantes de Los Ángeles, “porque en el 2008 con el gobierno de George Bush se deportaron 264 503 indocumentados”.
El pedido de ella al igual que el de unos 100 000 inmigrantes y sus defensores que hoy marchan en Washington es que se ponga un alto urgente a las deportaciones, una reforma inmigratoria con sensibilidad y que el Mandatario tome el liderazgo en el tema.
Este último jueves, con el ánimo de calmar las molestias entre los inmigrantes, Obama dijo que hará “todo lo que esté en mi poder” para avanzar en una reforma.
Aun con esa oferta, Paola Leiva, oriunda de Honduras, estará en la marcha de hoy. “Iré a pedir que no me deporten. La ‘migra’ vino a mi casa en Nueva Jersey una madrugada de enero del 2009, me llevaron presa pero me soltaron porque mi niña estaba enferma”.
La pusieron en la lista de deportación para marzo de ese año. Por consejo de Osvaldo Cabrera, director de la Coalición Latinoamericana Internacional, exigió el derecho a ser escuchada por un juez. Durante varios meses, Inmigración le puso un brazalete de metal en la pierna para que no se escape. Desde entonces vive en una cuerda en el aire, sin saber cuándo se va a caer.
“Cada mes debo presentarme en la corte, no me dicen nada ni para bien ni para mal”. Tiene cuatro hijos. “El sacrificio de dejarlos me asusta. Si me deportan no quiero regresarme sin ellos, pero tampoco los quiero llevar porque allá no hay futuro”.
La calle como arma de presión es la propuesta de los defensores de los derechos de los inmigrantes, quienes ven que si Obama no logra pasar la reforma de salud o si la pasa pero sin el apoyo republicano, la reforma inmigratoria estará herida de muerte. Así lo dejó entrever el senador republicano Lindsey Graham.