Exceso de capacidad industrial de China, un peligro para el mundo

Personas camina a través de una exposición de linternas en una plaza de Handan, en la provincia septentrional china de Hebei. China enfrenta problemas económicos ha pesar de sus intentos por salir de la crisis. Foto: AFP

Personas camina a través de una exposición de linternas en una plaza de Handan, en la provincia septentrional china de Hebei. China enfrenta problemas económicos ha pesar de sus intentos por salir de la crisis. Foto: AFP

Personas camina a través de una exposición de linternas en una plaza de Handan, en la provincia septentrional china de Hebei. China enfrenta problemas económicos ha pesar de sus intentos por salir de la crisis. Foto: AFP

Los gigantescos excesos de capacidad de producción industrial en China, especialmente en el acero, siguen creciendo ante una apagada demanda, frenando el crecimiento del país y desestabilizando a la economía mundial, advirtió el lunes 22 de febrero del 2016 la Cámara de Comercio de la UE en Pekín.

De la siderurgia al cemento, varias empresas estatales en la industria pesada sufren esas capacidades ociosas tras haber multiplicado las inversiones --a menudo a crédito -- pese a la frágil demanda, en particular en el mercado inmobiliario chino.

“El exceso de capacidad es desde hace tiempo una plaga de la industria china” pero la situación ha empeorado “con profundas repercusiones en la economía mundial y sobre el propio crecimiento de China” , indica la Cámara en su informe divulgado este lunes.

La magnitud del problema da vértigo: las acerías chinas producen ahora más que los otros cuatro principales países productores juntos (Japón, India, Estados Unidos, Rusia) , pero la mitad de ellas son deficitarias.

En dos años, China ha producido más cemento que Estados Unidos en todo el siglo XX.

El gran plan de reactivación adoptado en 2008-2009 por el gobierno chino para luchar contra la crisis económica trajo una avalancha de dinero para las empresas, invitadas a invertir masivamente sin que la demanda siguiera ese ritmo.

En seis de los ocho sectores estudiados por la cámara (acero, aluminio, cemento, refinerías, vidrio, papel) el índice de utilización de las fábricas es incluso más bajo de lo que era en 2008, en plena crisis.

Es cierto que Pekín, deseoso ahora de lanzarse a una transición económica en favor de los servicios, se esfuerza en reducir esas capacidades excesivas: endurece las normas, alienta las fusiones y reestructuraciones de empresas y quiere cortar préstamos y subvenciones a sociedades “ zombis ” no rentables.

“Pero el poder central halla una fuerte resistencia por parte de los gobiernos locales (provincias y municipalidades), preocupados por las consecuencias en el empleo” de esas medidas, indica Joerg Wuttke, presidente de la Cámara.

“Estas industrias están desconectadas de las leyes del mercado y reposan en la ayuda de las administraciones locales” , mediante inversiones o facilitación para obtener créditos, destaca Wuttke ante algunos periodistas.

Tentación proteccionista 

“El impacto en el extranjero ya empieza a sentirse”, advierte Wuttke.

Las firmas europeas que suministran material industrial a China ven cómo este mercado languidece. La situación se agrava con la ralentización de la segunda economía mundial, que reduce la demanda del gigante asiático.

Sobre todo, China intenta 'colocar' sus excedentes de producción en todo el mundo, con el riesgo de desestabilizar a los mercados.

La invasión de acero chino a precios imbatibles por cualquier competidor alimenta también la caída de las cotizaciones, y alienta tanto a Estados Unidos como a la Unión Europea (UE) a erigir barreras aduaneras para protegerse.

Las siderurgias europeas y estadounidenses ya han sufrido lo indecible: el gigante del sector ArcelorMittal tuvo en 2015 una pérdida abismal de USD 7 900 millones.

Angustiados, directivos y empleados de este sector se han manifestado recientemente en Bruselas para protestar contra la competencia china y pedir a la UE que endurezca sus medidas antidumping.

Las nuevas “rutas de seda” que China quiere abrir a golpe de masivas inversiones en Asia central, no van a resolver ni desatascar el problema.

“Las cuentas no salen” advierte Wuttke: las necesidades de estos países del centro de Asia “son demasiado pequeñas como para absorber un porcentaje significativo de las excesos de capacidad de la producción china” .

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