El obispo Eugenio Arellano dejará este servicio cuando cumpla 75 años de edad. Foto: Archivo EL COMERCIO
Vestido con una sotana de color blanco y un crucifijo que brillaba a lo lejos recorría los barrios periféricos de Esmeraldas, para pedir a los pandilleros que cesaran el fuego.
Eran finales de los 90. Los enfrentamientos entre pandillas juveniles habían dejado varios muertos y las familias vivían en zozobra por la inseguridad.
Una mañana, un hombre de cabello cano y puesto un hábito bajó al barrio Puerto Limón, en la ribera del río Esmeraldas. Estaba solo. Sin más, se paró en medio de la balacera de dos pandillas y levantó sus manos para hablar con los rebeldes.
Se trataba de Eugenio Arellano, el obispo de Esmeraldas, quien decidió intervenir. “Fue arriesgado, pero había que hacerlo para evitar que los jóvenes continuaran desangrándose”, comenta Arellano.
Ese es uno de los recuerdos del Obispo que tiene Goya Rodríguez, quien perdió a dos familiares, de entre 14 y 18 años, en esos enfrentamientos.
Hace una semana, Arellano anunció que cuando cumpla 75 años, el próximo 11 de noviembre de 2019, dejará la misión sacerdotal, luego de 43 años de estar al servicio del cristianismo como misionero comboniano y 24 como obispo de Esmeraldas.
Cuando Rodríguez, de 65 años, se enteró por la radio de la despedida del Obispo lloró. “Desde que conocí al padre, siempre he estado en la iglesia Cristo Rey para escuchar el mensaje de Dios en sus homilías de domingo en la noche”.
Monseñor Eugenio Arellano, en las afueras de la Catedral de la ciudad de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Obispo se lo conoce por su frontalidad en la defensa del ambiente y los territorios ancestrales como Playa de Oro, en Telembí. En la población de San Miguel, sobre el río Cayapas, lideró la lucha contra una minera internacional en el 2002, hasta que fue expulsada por la comunidad, recuerda Alfonso Corozo, un habitante.
Trabajó en programas como Chicos de la Calle, por medio del cual dio apoyo educativo para rescatar a los jóvenes de las pandillas. Creó los talleres de carpintería, mecánica y una escuela de fútbol, a través de la Fundación Amiga, que atiende a unas 600 personas.
Álex C., de 38 años, es uno de los jóvenes a los que Arellano ayudó a salir de las pandillas. También le dio apoyo para buscar trabajo. Ahora tiene tres hijos y es parte del personal de mantenimiento de una empresa privada de la ciudad.
El aporte del ahora presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana fue más allá. De la mano con la Pastoral Afro impulsó la creación de la Enciclopedia del Pueblo Afroecuatoriano, para promover la etnoeducación y posibilitó que estudiantes universitarios de Estados Unidos trabajaran en sus tesis sobre el pueblo afroesmeraldeño.
Dice que su mayor alegría fue trabajar con el pueblo afro del norte de Esmeraldas, al que poca atención han dado los gobiernos. Por eso, participó con los palenqueros en sus reclamos por salud, educación y frenar la minería ilegal. Recuerda que luchó contra las madereras que devastan el bosque y engañan a los afrodescendientes para que vendan la madera.
Lenin Plaza, exgerente de Radio Católica Antena Libre, conoce a Arellano desde hace 30 años. Él lo llevó para que ocupara la gerencia de esa radio hasta hace dos años, antes de ser asambleísta por Esmeraldas. “Una parte de mi formación profesional se la debo al Obispo, que siempre confió en mí cuando me desempeñé como secretario de Comunicación del Vicariato y gerente de la radio”, señala Plaza.
Silvino Mina, vicario apostólico de Esmeraldas, describe al Obispo como un ser carismático y solidario con los más pobres de Esmeraldas.
Su trabajo se enfocó en que los pueblos fronterizos de Eloy Alfaro y San Lorenzo tuviesen mayor acceso a la educación. Por ejemplo, desarrollaron textos educativos con la ayuda de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
En 1982, Arellano fue designado párroco de la iglesia Santa Marianita en Esmeraldas y durante seis años fue superior provincial de los Combonianos de Ecuador y Colombia, recuerda Mina. En 1995 llegó como Obispo de Esmeraldas.
El pastor explica que es obligación de todos los obispos cuando se llega a los 75 años mandar una carta firmada al Papa, a Roma, a través de Nunciatura, presentando la dimisión y luego su disponibilidad.
Por ahora seguirá hasta abril del 2020 como Presidente de la Conferencia Episcopal, porque no puede dimitir hasta que se designe al nuevo presidente.
El Obispo dice que cuando termine su misión, a fines de año, acompañará a las comunidades afrodescendientes de la zona fronteriza de Tumaco. Se radicará ahí, por haber sido uno de los territorios donde trabajó en sus inicios como sacerdote. No se quedará en Esmeraldas, para no hacerle sombra al nuevo Obispo que llegue.