Imagen referencial. Los hallazgos son parte de un estudio realizado por un grupo de 11 profesionales, entre psicólogos y médicos, durante la primera etapa de la pandemia en Ecuador. Foto: Pixabay
Agitación, taquicardia, tristeza, fatiga, alteración del sueño y el apetito son algunos de los síntomas que puede presentar una persona que se encuentra en un estado de ansiedad o depresión.
Estos mismos síntomas han sido detectados en un grupo de pacientes que ha recibido un diagnóstico positivo para covid-19 o que se encontraba bajo sospecha de este, además de los propios síntomas físicos que provoca el virus.
Los hallazgos son parte de un estudio realizado por un grupo de 11 profesionales, entre psicólogos y médicos, durante la primera etapa de la pandemia en Ecuador.
Clara Paz, docente de Psicología de la Universidad de Las Américas (UDLA), lideró el equipo que trabajó con las 759 personas que estuvieron dentro del cerco epidemiológico, entre el 22 de marzo y el 18 de abril.
“En la primera etapa, la atención se focalizó mucho en la salud física de los pacientes, pero también es importante centrarse en la salud mental, porque la enfermedad conlleva circunstancias como el aislamiento o algún tipo de limitación física que también tienen un impacto en la salud mental”, dice la investigadora del Grupo de Investigación Cerebro, Emoción y Conducta de la UDLA.
El objetivo, dice Paz, era determinar si los pacientes con diagnóstico o sospecha de covid-19 necesitaban recibir asistencia en salud mental y qué tipo de intervenciones serían las más adecuadas. El estudio se realizó a través de encuestas técnicas, con las cuales el equipo podía evaluar la escala de depresión y ansiedad de cada persona.
Según los resultados, el 22,9% de personas con diagnóstico positivo presentó síntomas de depresión, frente al 18,5% de personas con sospecha. En el caso de la ansiedad, el resultado fue del 24,2% en los casos confirmados, frente al 21,4%, de los casos bajo sospecha.
Paz define la depresión como un estado de ánimo en el que una persona siente tristeza, fatiga, desánimo, alteración del sueño y el apetito, entre otros. En el caso de la ansiedad, dice la investigadora, hay síntomas como la falta de aire, agitación, cansancio, taquicardia y otros, que incluso se pueden confundir con los síntomas propios del virus.
Otro dato que arrojó el estudio fue que el 16% de pacientes confirmados presentó síntomas de depresión y ansiedad, mientras que, en los pacientes bajo sospecha, los síntomas de ambos estados se presentaron solo en el 13% de casos.
Paz aclaró que el estudio evaluó la presencia de síntomas de ansiedad y depresión, pero no constituye un diagnóstico clínico. Según la investigadora, este sería el primer estudio realizado bajo estos parámetros en América Latina y fue comparado con otros realizados en China.
El equipo de investigación concluyó que las personas con diagnóstico o sospecha de covid-19 pueden desarrollar síntomas de ansiedad y depresión debido, sobre todo, a las condiciones de aislamiento, vigilancia, confinamiento y como efecto secundario de los síntomas físicos.
Por eso, el equipo recomienda implementar un sistema de intervenciones en salud mental, denominados primeros auxilios psicológicos, que no sustituyen a un tratamiento clínico. Actualmente, hay servicios de teleasistencia psicológica que funcionan a través del Ministerio de Salud, Municipio de Quito e instituciones como la UDLA. Este servicio ofrece una serie de herramientas para que las personas puedan reducir los síntomas psicológicos.
“Se comparte estrategias para reducir ansiedad, formas adecuadas de respiración, ejercicios o simplemente están abiertos a escuchar a los usuarios como una estrategia para controlar la ansiedad y depresión”, señala Paz.
Los resultados de este estudio fueron aceptados y serán publicados la próxima semana en la revista Psychiatry and Clinical Neurosciences.
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