Chicos y docentes con discapacidad auditiva se adaptan a las clases en línea

La maestra oyente Andrea Gordillo utiliza imágenes, palabras escritas y la seña respectiva frente a sus estudiantes. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

La maestra oyente Andrea Gordillo utiliza imágenes, palabras escritas y la seña respectiva frente a sus estudiantes. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

La pantalla es su aliada. En sus clases por Zoom, Hegoth usa la lengua de señas con naturalidad. A través de ella se comunican sus compañeros y maestros y unas 72 millones de personas sordas en el mundo.

El niño de 11 años, que nació sordo, se adaptó fácilmente a la nueva modalidad, cuenta su madre, Beatriz Reyes. Para esta familia, el reto ha sido aprender más de la lengua de señas. Antes de la pandemia solo revisaban los deberes.

Hoy, 23 de septiembre, es el Día Internacional de las Lenguas de Señas. Para la Organización de Naciones Unidas, el acceso temprano a esta y a servicios como una educación de calidad es vital para el crecimiento y el desarrollo de las personas sordas.

Las únicas cifras sobre estudiantes que usan lengua de señas o que tienen cierto grado de discapacidad auditiva, que maneja el Ministerio de Educación, son del régimen Costa 2019-2020. 490 alumnos se registraron en instituciones de educación especializada y 829 en regulares.

La elección de la institución es decisión de los padres, explicó Tamara Espinosa, subsecretaria de Educación Especializada e Inclusiva. En las llamadas ‘regulares’ hay alumnos sordos que han sido “oralizados” con el uso de audífonos o implantes cocleares y que no usan lengua de señas, y también otros que sí la necesitan.

En la foto, Hegoth Boada recibe clases virtuales a través de lenguaje de señas. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

El Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis) registra en el país a 126 alumnos con discapacidad auditiva en inicial, 3 539 en básica y 1 466 en bachillerato, con diferente grado. Esta descripción no necesariamente define a la población sorda.

Niños y jóvenes sordos necesitan comunicarse más en su lengua y aprenderla a temprana edad, enfatiza Silvana Moreno, rectora de la unidad especializada para sordos Miguel Moreno Espinosa. Durante la pandemia -dice- no todas las familias la usan.

En el plantel, en donde estudian 137 niños y jóvenes, al menos un 60% de los padres no la maneja ni la conoce, anota. Un 25% sabe algo y apenas un 15% la domina.

Para las personas sordas, el español escrito es su segundo idioma; todas las herramientas de clase deben ser visuales e incluir lengua de señas.

La Subsecretaria señaló que el currículo para alumnos sordos se enmarca en el plan Aprendamos Juntos en Casa. “Las mismas herramientas, como las fichas pedagógicas, se adaptan a las necesidades de estudiantes sordos”.

Pero la educación virtual para esta población exige de los docentes un seguimiento más exhaustivo, sostiene Vinicio Baquero, director de la Federación Nacional de Personas Sordas del Ecuador.

La educación pública ha mejorado, aunque -sostiene- aún falta mucho por hacer. Una de las dificultades es que profesores de planteles regulares a los que asisten alumnos sordos no conocen la lengua de señas.

En el régimen Sierra se registran 562 docentes en educación especializada. 511 trabajan en planteles fiscales, 42 en fiscomisionales y nueve en municipales. Las instituciones especializadas son 38.

Docentes sordos y oyentes dan clases en lengua de señas. Andrea Gordillo es oyente. Sus actuales planificaciones, que toman hasta una hora y media, incluyen material visual.

La maestra acompaña cada tema con la seña respectiva, una imagen y la palabra escrita. También usa aplicaciones, juegos y animaciones interactivas no habladas. Otros colegas, como Roxanna Reza, buscan opciones para captar la atención en la pantalla. Es sorda y enseña a niños de primero de básica. Ayer, para sus clases en lengua de señas, se disfrazó de Mujer Maravilla.

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