Estudiantes se alistan para examen quimestral

Mery Sánchez es profesora de inglés en el Colegio Maurice Ravel. Las clases de refuerzo serán del 4 al 6 de febrero. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Mery Sánchez es profesora de inglés en el Colegio Maurice Ravel. Las clases de refuerzo serán del 4 al 6 de febrero. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Mery Sánchez es profesora de inglés en el Colegio Maurice Ravel. Las clases de refuerzo serán del 4 al 6 de febrero. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

El primer quimestre en la Sierra y la Amazonía terminará en menos de un mes. Casi dos millones de estudiantes -que empezaron clases en septiembre- rendirán el examen quimestral, que se realizará del 11 al 15 de febrero. El resultado de esa evaluación representa el 20% de la nota final.

Doménica Guamín es alumna de Bachillerato del Colegio Fernández Madrid, en el Centro de Quito. Ella no tenía claro cuánto pesa el examen para su promedio final.

La adolescente, de 15 años, admite con timidez que en los dos primeros parciales (son tres por quimestre) tuvo dificultades en física. Mientras esperaba reunirse con sus amigos al salir del colegio relató que obtuvo 6 puntos en cada parcial. Ahora tendrá que lograr 10 en el examen de fin de quimestre para llegar a 8 de promedio. Así evitará, a futuro, el supletorio o remediales. La mínima nota debiera ser 7.

Por eso, la clave está en sacar buenas calificaciones a lo largo de las tres parciales. Así lo anota David Cadena, profesor de lengua y literatura del Municipal Fernández Madrid.

Las notas de los parciales representan el 80% del puntaje final y es lo que más peso tiene, según el Instructivo para la Aplicación de la Evaluación Estudiantil

El identificar debilidades a tiempo también es responsabilidad de los padres. En la Unidad Educativa Bilingüe Maurice Ravel, en Calderón, suelen enviar informes al término de cada parcial.

Además, el listado de alumnos con bajos promedios se remite al Departamento de Consejería Estudiantil (DECE), para un seguimiento, explica Juan Bracho, rector.

En el DECE se trabaja en conocer cuáles son las causas del bajo rendimiento y en cómo los padres pueden aportar en casa a través de los planes de estudio, control de tiempo libre y revisión de tareas.

En ese centro, el tercer parcial culminará el 1 de febrero. Mientras que del 4 al 6 de ese mes tendrán clases de refuerzo. Para Harí Cornejo, de 15 años, ese período es imprescindible. Aprovechará para despejar sus dudas en química, una de las asignaturas en la que tiene menos de 7. Inglés también le preocupa, debe practicar la pronunciación.

Los chicos con bajos promedios (menor a 7) son la prioridad en los refuerzos académicos, que se hacen días previos al examen quimestral.

Según el artículo 208 del Reglamento General a la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI), el refuerzo es obligatorio y debe realizarse a través de clases, tutorías grupales, individuales o la entrega de un cronograma de estudios para cumplir en casa.

El objetivo es que los estudiantes alcancen los aprendizajes requeridos.
“Preocuparse a puertas de terminar un quimestre no es lo ideal”, según Cristina Tapia, psicopedagoga y directora del Centro Terapéutico Crecemos, en Quito. Dice que es necesario que alumnos y padres revisen constantemente cómo avanza el proceso de aprendizaje desde que se inicia el ciclo.

“Los docentes también están en la obligación de notificar a tiempo sobre las dificultades de los chicos y darles seguimiento”.

¿Qué pueden hacer los padres? Revisar a diario qué tareas tienen sus hijos, preguntarles qué temas les parecen más complejos y estar pendientes de los reportes de calificaciones. Siempre un puntaje menor a 7 es una alerta.

Ivonne Andrade, del Centro de Psicología Aplicada de la Universidad Católica del Ecuador, pide analizar qué hay detrás de las malas calificaciones. Pueden ser problemas emocionales causados por el entorno familiar, escolar o incluso mal manejo del tiempo de estudio y falta de comprensión de algún contenido.

Las psicólogas aconsejan que el padre acuda al establecimiento educativo y converse con los profesores. De ser el caso, hay que analizar la posibilidad de pedir el envío de trabajos extras o de una guía para ejercicios para la casa.

Los padres, según Andrade, deben guiar a los chicos para que logren construir estrategias de trabajo. Darwin Hacho, papá de Sofía, de 13 años, cuenta que fijar horarios funciona. Eso genera hábitos de estudio y además les permite organizarse para poder realizar deportes y distraerse.

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