En Pedernales, los estudiantes de las unidades educativas salieron a los puntos de encuentro seguros. Foto: María Victoria Espinosa / EL COMERCIO
Los estudiantes y docentes de cinco provincias costeras tuvieron una mayor participación en el simulacro ante la llegada de un posible tsunami a las costas del país. En el resto de habitantes hubo apatía.
El primer ejercicio nacional del año se realizó el pasado miércoles 31 de enero de 2018 y se evacuó a 112 757 personas en Esmeraldas, Manabí, Guayas, Santa Elena y Galápagos.
Se simuló un sismo de 8.8 grados con epicentro en Esmeraldas, para probar el funcionamiento de las 98 sirenas que forman parte del Sistema de Alerta Temprana (SAT), que deben activarse si se produjera un tsunami. De esos dispositivos, se activaron 82.
Aunque se esperaba una participación mayor de la población, los estudiantes y guías siguieron todas las instrucciones de evacuación. “Ellos son los más activos en estos ejercicios”, aseguró Alexandra Ocles, titular de la Secretaría de Gestión de Riesgos.
En Pedernales, por ejemplo, más de 3 000 alumnos de la zona urbana y rural se involucraron en la práctica. Anthony Vera, estudiante de la Unidad Educativa Jazmín Zamora G., señaló que en la institución cada mes se realizan simulacros y luego se hace una evaluación para corregir los errores. “Después del terremoto quedamos muy nerviosos, pero poco a poco ya tomamos con más calma el sonido de las alertas y tratamos de cumplir con las normas, como si fuera real”.
En Esmeraldas también se reportó una participación activa de funcionarios públicos. Allí se mejoraron los tiempos de respuesta de los participantes que ya conocían las rutas de evacuación, para llegar a las 57 zonas seguras.
Ocles lideró las operaciones desde Quito, donde se instaló un puesto de mando con el apoyo del Sistema Integrado ECU-911. Con el Instituto Geofísico y el Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar) se realizó una conexión en tiempo real con cámaras.
Desde allí se controló la conexión de la Red Única de Emergencia que se activa justamente en este tipo de casos y ante un posible colapso de las comunicaciones. Así se conectaron los Comités de Operaciones de Emergencia (COE) de las cinco provincias.
La activación de cada COE -que estuvo listo a los pocos minutos de emitida la alerta (09:15)-, la comunicación interinstitucional y los protocolos de emergencia funcionaron tal y como se tenía previsto.
Pero en los sitios de evacuación, muchos pobladores desconocían qué rutas seguir y los sitios seguros.
René Tambaco, de la Unidad de Riesgo Municipal de Esmeraldas, dijo que hace falta un mayor compromiso de los habitantes de los sectores que pueden ser mayormente afectados. En barrios como Las Palmas, El Treinta, El Arenal, Nueva Esperanza, Isla Piedad, 5 de Junio y El Palmar, los habitantes permanecieron en sus casas mientras sonaba la alerta de tsunami.
Según la unidad, en esos barrios se han reforzado las campañas de prevención. Hay varios asentamientos de personas dedicadas a la pesca.
Algo similar ocurrió en Manta. Los propietarios de los negocios en el centro de la ciudad siguieron atendiendo en sus locales y no evacuaron.
Yamileth Mora señaló que el simulacro debe hacerse en otro horario, porque en la mañana siempre llegan los clientes que viven en el campo a comprar víveres y no se les puede suspender la venta por una hora; fue el tiempo que duró el ejercicio de prevención.
Otro de los inconvenientes fue que algunos turistas no encontraron la zona segura. John Peña estaba en la playa El Murciélago cuando sonó la alarma. Pero él no pudo llegar a la zona de encuentro porque muy pocas personas hicieron el ejercicio. “Traté de seguir la señalética, pero me perdí”.
Representantes del Ministerio de Turismo, en Quito, indicaron que 613 turistas fueron evacuados de las zonas de riesgo en las cinco provincias, entre los que se incluían 25 turistas extranjeros.
En San Jacinto, cantón Sucre, el ejercicio no se ejecutó. Los moradores protestaron en el centro de este poblado para pedir que se construyera una carretera hacia una zona alta, para poder evacuar en caso de tsunami o terremoto.
El actual camino es de tierra y en invierno se convierte en lodazal. Los moradores acordaron con las autoridades una reunión para pedir la intervención del Gobierno. “Nos sentimos burlados, porque colocan carteles señalando la ruta de evacuación cuando es imposible llegar al lugar”, sostuvo Alí Charcopa, presidente de la comuna San Jacinto.