Redacción Cultura
En la conmemoración del Bicentenario de la Independencia, el teatro ecuatoriano tuvo un pretexto y una coyuntura para reflexionar sobre la historia del país. Algunas de esas piezas alcanzaron alto nivel y utilizaron la celebración para discutir temas ligados a la identidad, al mestizaje, al valor verdadero de la revolución.
La pieza ‘Tetragrama’, del Patio de Comedias, lo hizo desde el universo femenino. ‘Los Clowns del Bicentenario’, de El Cronopio y ‘La patriótica’, también dirigida por Guido Navarro, emplearon el humor para sus composiciones. ‘Los retablos del Diablo Suelto’, de la Espada de Madera, trabajó desde la tradición, el títere y la narración oral. ‘Un duende insurgente, teatro y canto de libertad’, producida por la Empresa Eléctrica Quito, dio relevancia al papel de Eugenio Espejo.
Sin embargo, el arte teatral no se limitó solo a representar la campaña libertaria o a retomar hechos históricos. La propuesta de estrenos fue bastante variada. Dentro de la oferta, el ‘stand up comedy’ se instaló como un género activo en la cartelera de Quito, principalmente con los espectáculos de Esteban ‘el Ave’ Jaramillo y María Beatriz Vergara. Francisco Pinoargotti montó algo similar en Guayaquil.
Otros unipersonales que demostraron maneras originales de enfrentar el hecho escénico fueron, por ejemplo, la relectura que hizo Christoph Baumann, bajo la dirección de Susana Pautasso, del clásico shakesperiano ‘Hamlet’. También se ubica en esta lista el exitoso trabajo de Carlos ‘Cacho’ Gallegos, ‘Plush’, el cual se hizo con tres premios del Festival Internacional de Teatro Experimental FITE Q/G 2009. Y finalmente ‘El loco y la virgen’, interpretado por Guido Navarro, que reúne una leyenda medieval europea con la cosmovisión andina.
La pantomima se mantuvo en escena con dos piezas de La buena compañía, dirigidas por el talentoso actor Pepe Vacas: ‘Entre sábanas’ y ‘La familia Mimo y Co.’. En el género, Luis Cáceres, Santiago Naranjo Viera y Fernando Acosta también estrenaron una obra original, atrevida y divertida, a la que titularon ‘Urban Mime’.
Los aniversarios y los homenajes llegaron por los 30 años de vida de Malayerba, los 20 de la Espada de Madera y los 45 del Teatro Ensayo. La primera agrupación montó un estudio escénico sobre la obra literaria del escritor lojano Pablo Palacio, denominado ‘De un suave color blanco’.
La segunda, bajo la dirección de Patricio Estrella, puso en escena una retrospectiva de sus trabajos, entre los que se destaca la adaptación del ‘Quijote’. Antonio Ordóñez encabezó la reposición de ‘Boletín y elegía de las mitas’, obra estrenada en 1967, un hito de la historia del teatro ecuatoriano.
Por su parte, el mayor homenaje del año recayó en Pepe Rosales, el vestuarista, escenógrafo y actor chileno recibió el cariño de sus colegas y del público, que tal vez sin saberlo ha sido espectador de sus originales diseños.
Otra obra que regresó a las tablas fue ‘Kito kon k’. Después de 13 años, Peky Andino decidió reponer una obra que, para la crítica abrió una nueva etapa del teatro ecuatoriano. A esta pieza urbana, violenta y transgresora se sumaron dos estrenos más del autor. ‘La santísima’, que cuenta en clave de opereta la vida social y política en el gobierno de León Febres Cordero y el surgimiento de Alfaro Vive Carajo. Mientras que ‘Canciones de amor para un astronauta’ es una comedia que se construye con giros en la dramaturgia y buena música.
Una pieza de especial mención es ‘Sueños’. Una bella pieza interpretada por niños con capacidades especiales. Fue dirigida por Marco Bustos e impulsada por Fundación El Triángulo y la Vicepresidencia de la República.
En cuanto a los espacios físicos para el teatro, se abrieron algunas salas como las de Cactus Azul, de Contraelviento y de Fantoche.
En cuanto a los festivales, el FITE Q/G programó menos grupos en su oferta pero las salas estuvieron llenas; entre sus invitados especiales estuvieron el italiano Pippo Delbono, los griegos Teodoros Terzopoulos y Attis , los peruanos de Yuyachkani y grupos de Colombia, España, Brasil y Ecuador. El Circuito Nacional de Festivales, que agrupa el Spondylus de las Artes, el Internacional de Manta y el de Artes Escénicas de Guayaquil también contó con participación internacional y dio muestra de buena organización.
A ellos, se añaden el Festival del Sur, el VI de Narración oral Un cerro de cuentos, el I Encuentro Nacional de Teatro de calle, el III Encuentro Internacional de Teatro Clown, el I Festival Internacional de Teatro de Guayaquil (organizado por la Casa de la Cultura), el Escenarios del Mundo, en el austro, el de Teatro Infantil Guaguas de Maíz y el de títeres Con bombos y platillos.
Toda esa actividad da cuenta de una intensa labor del sector teatral que ahora se mantiene a la expectativa de la aprobación de la nueva Ley de Cultura.