Marco Arauz Ortega. Subdirector
El presidente Rafael Correa anunció en su cadena del sábado que compensará a la ciudadanía por los cortes de energía eléctrica de estas semanas, con rebajas en las planillas a partir de enero. Pero no dijo quién compensará al Estado por tales rebajas y por el costo de las compras de última hora (tanto de turbinas como de energía) para suplir una falta de previsión que tampoco será fiscalizada.
Hace pocos días, por encima de las decisiones técnicas avaladas por sus propios ministros, el Presidente descabezó al Banco Central por no traer de manera expedita la reserva monetaria y utilizarla en la banca pública.
También en su cadena del sábado, Correa se mostró contrario al proceso fiscal que se sigue contra su Ministra de Salud por la adquisición de ambulancias. Una conducta que no es nueva y que también se observó respecto de otros funcionarios que en su momento debieron responder ante la justicia por sus acciones.
Son algunos ejemplos que caracterizan la acción del Ejecutivo. Quizás se trata de un estilo contagioso, a juzgar por la denuncia del ex Gerente de la Empresa Eléctrica Quito, quien salió del cargo en el cual estuvo casi ocho años, según él a consecuencia de las presiones del Ministro de Electricidad para que ocultara las causas reales de los apagones, al inicio de la crisis.
Como fuera, la realidad no parece estar tan dispuesta a rendirse ante ese estilo que desinstitucionaliza más al país y que no se resigna a que los fiscales, los jueces, los gerentes, los técnicos, hagan sus tareas. Ayer, se anunció que los apagones no terminarán el 15 de diciembre, por supuesto con la aclaración de que esa no había sido la fecha dada por el Gobierno, sino las vísperas de las fiestas navideñas.
Conforme pasa el tiempo, el Gobierno, con el Presidente a la cabeza, da mayores evidencias de una visión voluntarista que no acepta que la época de la campaña eterna ya pasó y que, pese a las encuestas y a la propaganda, el mensaje y el estilo se están recalentando.