La finalización del estado de excepción, decretado el 15 de agosto por el Gobierno, no significa de ninguna manera que la emergencia por el proceso eruptivo del volcán Cotopaxi haya pasado.
La reactivación del coloso se mantiene, tanto es así que se encuentra en una nueva fase de expulsión de material volcánico.
En su último Informe Especial (el 19), el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional planteó un escenario probable sobre el comportamiento del Cotopaxi: una pequeña erupción, con explosiones, salida de magma a la superficie del cráter y la presencia de incandescencia. El documento detalla que esa actividad puede parecerse a una erupción del Tungurahua registrada en marzo del 2013.
La semana pasada, cuando se emitió el informe, el Geofísico expuso que ese escenario pudiera presentarse en días a semanas.
Con estos antecedentes, es imposible pensar que el volcán vaya a tranquilizarse.
Los habitantes amenazados, sea por los lahares o por la ceniza, no podemos bajar la guardia en la preparación y la aplicación de los planes de contingencia, para que el Cotopaxi
no nos tome desprevenidos o relajados.
La capacitación es necesaria, pese a que desde ayer ya no existe el estado de excepción. La información sobre la actividad del volcán también es importante, pues los técnicos del Instituto Geofísico tendrán total libertad para explicar directamente y en detalle cada manifestación de la elevación de 5 897 m. Ya no existe una sola voz oficial, que fue la del ministro Coordinador de Seguridad, César Navas; y se terminó la censura previa.
Ciertamente, apenas hemos comenzado el proceso de prevención, con errores y aciertos, pero se ha dado el primer paso. En estos dos meses, luego de las primeras explosiones, se articularon algunas actividades importantes con la población en riesgo. Nuestra tarea primordial es aprender a vivir con el volcán
y recién la estamos empezando.