Redacción Quito
Cada sábado y domingo, en el barrio Matilde Álvarez, en el sur, se realiza la feria de autos usados. El terreno de 3,5 hectáreas, ubicado en la intersección de las calles 5 y Patricio Romero, resulta estrecho para la comercialización. Este sitio tiene capacidad para acoger 2 500 autos.
El trajín de los carros en venta se inicia desde antes de las 07:00. A esa hora, en la calle Romero, se forman largas filas para ingresar al lugar. La vía sirve para dar paso a los cientos de autos que se dirigen a un canchón, que pertenece a la Asociación de Comerciantes de vehículos usados del Distrito.
Líos de los gremios
Los vendedores de alimentos y productos dentro de la feria están divididos. Este años se formaron dos asociaciones y hay pugnas.
La Asociación de Comerciantes de autos usados mantiene diálogos con los propietarios de los terrenos para renovar el contrato de arriendo.
Las personas que llegan a comercializa r un auto y tienen emergencias de seguridad , pueden llamar a los teléfonos 269 2522 o al 300 6313.
En el norte la feria se realiza en terreno junto a Cemexpo. El
ingreso para vender un vehículo es de USD 3.La organización firmó, en 2005, un contrato con los propietarios de los terrenos. Édwin Villalva, comerciante y socio de la agremiación, dice que durante los primeros dos años el espacio era cómodo y amplio para poder comercializar autos y que en el interior se podía circular.
Sin embargo, en este año el espacio comenzó a quedar muy reducido y la feria se extendió a las calles aledañas al terreno. Hay trancones los días de la feria que afectan al ingreso y a la salida de autos.
Mientras Villalva ayuda a estacionar a los vehículos dice que el problema de la congestión aumenta porque adentro hay autos que se detienen o se parquean en espacios prohibidos.
Según cálculos de la asociación y de los comerciantes, aproximadamente 3 000 vehículos, entre grandes y pequeños, llegan a la feria. El ingreso cuesta USD 1. Los visitantes a pie no pagan. En el cálculo no se registra a los vehículos que se estacionan en la calle Romero.
Mario Álvarez, uno de los comerciantes, está convencido que este año hay más vehículos que no pueden ingresar a la feria. Según él, los problemas más complicados en el tránsito son los sábados. “Es preocupante porque si llegamos con un auto a las 11:30, no se encuentra espacio y se queda afuera”.
Al mediodía de los sábados hay filas de autos que pugnan por ingresar y salir al sitio. Aunque hay vigilancia policial, la congestión es inevitable. Las señales y el control no ayudan a la movilización de las largas filas. Las molestias, además, causan discusiones y enfrentamientos verbales entre los conductores.
Susana Freire se enoja porque pierde mucho tiempo entrando a la feria. Ella se demoró una hora en ingresar al terreno con su vehículo Mazda, color blanco. Luego, tardó 30 minutos en encontrar un espacio.
La empresaria reclama porque en el recinto nadie pone orden. Según ella, los grupos de comerciantes que trabajan entre decenas de personas tienen sus zonas establecidas. Ellos cuidan sus espacios.
El reclamo se puede comprobar al recorrer el terreno. Hay espacios libres, pero existen cuerdas o cadenas que prohíben el parqueo. La asociación -dicen los usuarios- solo se encarga del ingreso. Los comerciantes se justifican porque no se pueden enumerar los parqueaderos.
No es el único problema que causa la feria de autos en el sur. Una queja común de los moradores del barrio es que cuando los feriantes se van, la zona queda sucia. A las 17:00, los comerciantes se retiran.
Manuel Lozada, morador y dueño de un parqueadero, dice que hay otro inconveniente. Según él, en el invierno existe lodo que tapona los sumideros de la calles principales. Además, no hay recipientes para la basura.
Este vecino acota que el Cabildo se comprometió a realizar obras en el sector, especialmente por la presencia de la feria durante los fines de semana.
Otra de las exigencias es mejorar la seguridad. Las unidades de Policía Comunitaria de Guamaní Alto y La Victoria se encargan de la vigilancia. A pesar de eso, hay robos.