Los esmeraldeñismos son ancestrales y cotidianos

Esmeraldas.

Esmeraldas.

¡Ve muchacho andate pal cucho!, le dice Romelia Ayoví, una mujer afro de 42 años, a su hijo de 6.

Con una amplia sonrisa, Ayoví señala que esta forma de comunicación que usa con sus hijos la aprendió en su natal Selva Alegre, una población del cantón Eloy Alfaro, en el norte de la provincia de Esmeraldas.

Esas palabras son frecuentemente utilizadas por la mayoría de habitantes afroesmeraldeños. La tía de Ayoví, cuando tenía 15 años, le dijo: “Deja tu pres pres (estilo, dotes de grandeza), no vaya ser que te metas en tremendo bororó (problema)”.

Los esmeraldeños tienen una particular forma de hablar y cada una de esas expresiones fueron recogidas en el Diccionario de Esmeraldeñismos, editado por Édgar Allan García. Según el autor, se han incorporado más de 2 000 expresiones esmeraldeñas, así como los seres mitológicos -muy presentes en la cultura afro-, flora, fauna y algunos secretos culinarios.

García dice que así como otros pueblos han creado frases para empezar a contar cuentos, la cultura esmeraldeña ha inventado, en cambio, algunas “fórmulas de continuidad” que le dan al relato una especie de fluidez hipnótica.

Los esmeraldeñismos son muy cotidianos. Por ejemplo, la abuela de la Romelia, Neisa Caicedo, utilizaba la frase: a ve pa vé, cuando quería que le mostraran o dejaran ver si el tabaco estaba bien enrollado.

En el vocabulario del pueblo del norte de la provincia están presentes palabras como chumblún, para referirse a un clavado en el agua. Es utilizado sobre todo por quienes viven junto a los ríos Bogotá, Najurungo, Cayapas, Ónzole y Santiago, situados en San Lorenzo y Eloy Alfaro.

O sencillamente usan palabras con frecuencia como chamba (pequeñas posas que se forma tras las lluvias). ¡Yo corría por las chambas, mientras el chiris chiris (garúa) seguía cayendo! ¡Luego se vino tremendo aguaceral!

Estas expresiones del pueblo afro también han sido incorporadas en las letras de las danzas tradicionales, como forma de recoger parte de lo ancestral, explica Patricia Trejo, instructora de danza. Frase como: ¡vení pa cá! ¡Te voy a tapiá! Conforman una gama de expresiones que a pesar de los años se conservan en las poblaciones donde hay mayor asentamiento del pueblo afroesmeraldeño.

Géiler Nazareno, habitante de la parroquia Urbina del cantón San Lorenzo, señala que esa forma de expresión se mantienen en las comunidades, sobre todo de sus ancestros.
Por ejemplo, en su población donde se consume mucho pescado con plátano (verde), se prepara y se degusta una bala de verde. Entonces, en sus conversaciones mencionan: “Me comí un papa’o de pesca’o con una bala que sonaba piaf piaf (se refiere al sonido de la bala de verde cuando se está moliendo contra la piedra)”.

Son frases y palabras que fueron heredando de sus ancestros y que servían para corregir o referirse a cosas de la cotidianidad.
Las señales utilizadas se las conoce en la sociolingüística como localismos o regionalismos, explica el antropólogo Pablo Minda. Estas tienen que ver con el giro que los hablantes de una lengua hacen para adaptarle a la realidad existente.

Un claro ejemplo es la frase acuñada: “Donde hay muchacho, no hay diablo”. Esa expresión se ha utilizado en el pueblo afro para referirse a que la presencia de los niños ahuyenta el demonio. Para Minda, esta es la riqueza que se le ha dado al idioma en es esta parte del país.

Las frases 

Vete pa tu cucho: A su rincón

Piaf piaf: Sonido de la bala de verde

Chororororój: Chorro del agua

Te voy a tapia: Te voy a pegar

Babuchas: Zapatos deportivos

A ve para vé: Deja ver

Chirís chirís: Garúa

Gru gru gru: Tragos de agua

No me aguaite: No me mires

Tate quieto: Tranquilo

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