Doris Torres vive en el sector del Comité 20 de Noviembre, en la isla Luis Vargas Torres. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Unos 6 000 habitantes de las islas Luis Vargas Torres y Roberto Luis están en zona de riesgo ante posibles inundaciones. De acuerdo con el mapa de riesgos del cantón Esmeraldas, esas son áreas sensibles por su ubicación junto al río, que lleva el nombre de la ciudad.
En el cantón se identificaron 20 zonas vulnerables a estas eventualidades naturales, y por su ubicación cercana a los márgenes de los ríos Teaone y Esmeraldas. Las islas están frente a la ciudad.
El 90% de quienes habitan en estos lugares accede a ellos sobre todo través de tres puentes: uno tipo bailey (metálico, de 84 metros) y dos colgantes (de unos 100 metros cada uno).
Los dos viaductos colgantes fueron construidos en 1997, justo en medio de un fenómeno de El Niño. Pero, en febrero de 1998, ambas infraestructuras resultaron afectadas por un incendio que ocurrió tras un derrame de crudo que llegó hasta el río e impactó a las islas. Tras una evaluación del área de Gestión de Riesgos del Municipio local, se determinó que los deterioros en los dos puentes superan el 80%.
El desbordamiento del río Esmeraldas, sobre todo en época lluviosa, históricamente ha inundado esta zona. Esta situación obliga a varias familias a evacuar cuando se incrementa el caudal del afluente.
Doris Torres tiene un año viviendo una de las islas. A su casa de caña y madera ingresó el agua en marzo pasado cuando, debido a las lluvias, se inundó cerca del 70% de la isla. “Subió casi 50 cm sobre el nivel de las casas, pero no afectó mis bienes porque la vivienda es alta”, dijo. Unas seis familias más fueron evacuadas por la emergencia en ese entonces.
En octubre de este año, el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) y la Corporación de Desarrollo Afroecuatoriano (Codae) entregaron 40 viviendas del proyecto Hacia un futuro mejor. Son casas elevadas a dos metros de la superficie, precisamente por las inundaciones.
Este puente comunica a la isla Luis Vargas Torres con la isla Roberto Luis, en Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
En las dos islas las calles son de tierra y no hay sistemas de alcantarillado ni recolectores de aguas lluvias. Las familias utilizan pozos sépticos. Cuando hay inundaciones, la salud de sus pobladores también está en riesgo ante la contaminación y propagación de enfermedades tropicales. Las obras de mitigación no se han concretado pese al pedido de los habitantes.
Mercedes Anchico, que habita desde hace 35 años en la Vargas Torres, dice que las familias voluntariamente han rellenado sus terrenos para no ser afectados por las inundaciones.
El Municipio de Esmeraldas, a través del Departamento de Riesgo y Cambio Climático, intervino en algunas calles cercanas al río y puso pequeños muros de tierra para reducir el impacto por la subida del río.
Renato Tambaco, director de esa unidad, dice que no se han realizado obras de mitigación, pero ya prepararon un informe dirigido al Departamento de Planificación Municipal. Con ello solicitan un nuevo estudio, sobre todo en medio de un estado de excepción, que rige desde el pasado 18 de noviembre, ante la llegada de El Niño.
El ingeniero civil, Walter Aguas, exdirector provincial de obras públicas fiscales, cree que en las islas no se deben construir muros de hormigón para prevenir inundaciones, sino rellenos. Además, sugiere que las casas se construyan con material del medio (madera y caña), para también cuidar del entorno de las islas.
Cerca de 900 personas, en ambas islas, han recibido capacitaciones sobre la prevención de inundaciones y primeros auxilios y a través del Departamento de Riesgos y Cambio Climático. Hace dos años incluso formaron tres comités.
Con estos grupos se han realizado simulacros de evacuación por un tsunami e inundaciones. Pero a los moradores aún les preocupa el mal estado de los puentes que son las principales vías por donde deben evacuar, en caso de emergencia.
Para el representante de la Secretaría de Gestión de Riesgos Betto Estupiñán, el mejoramiento del viaducto es una responsabilidad del Municipio.
El morador José Saa dice que la reparación de los puentes debe ser una prioridad, pues su hijo de 4 años murió ahogado hace dos años al caer por una de las grietas del puente que une la Luis Vargas Torres con la Isla Roberto Luis Cervantes.
Diariamente, unos 200 niños usan los viaductos para llegar a la escuela, y más de 800 habitantes los usan para realizar sus actividades en la ciudad. Lo hacen sorteando los huecos dejados por los durmientes y las tablas rotas del pasadero.
En contexto
En la isla Luis Vargas Torres, habitantes afros y chachis comparten un mismo territorio en una zona de riesgos ante posibles inundaciones o amenazas de tsunami. Allí no se construyen obras de mitigación que reduzcan el impacto de una crecida mayor del río.