Ante la falta de empleo, habitantes del cantón se dedican al comercio informal en la ciudad de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Esmeraldas tiene los mayores indicadores de desempleo en la frontera norte. Le siguen Sucumbíos e Imbabura.
Siete de cada 100 trabajadores están en esa condición en la ‘Provincia Verde’, según datos a diciembre del año pasado, del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). El promedio nacional de este indicador se ubica en cuatro de cada 100 trabajadores.
Ernesto tiene título, pero no trabajo. Vive en la ciudad de Esmeraldas y laboraba como abogado en una entidad del sector público, pero perdió su empleo hace dos meses por “recorte de personal”. Ahora busca trabajo, pero dice que “la situación es complicada”.
Sergio Renato, estudiante de Administración de Empresas, también ha dejado hojas de vida en varias empresas.
Debido a la falta de trabajo en su área, ha aplicado desde hace un año a puestos de chofer o vendedor -sin resultados- para pagar su carrera y para mantener a sus dos hijas. Por ahora ayuda a vender ropa en un local de su hermano, ubicado en la capital de la provincia.
En este establecimiento labora cuatro días a la semana. Los ingresos por esta actividad son variables y pocas veces alcanzan los USD 386 al mes.
Es un subempleado, al igual que el 20,1% de la población esmeraldeña calificada para trabajar, es decir, gana menos de un salario básico unificado y trabaja menos de las horas regulares, pero quiere laborar más.
La principal actividad económica en la provincia es la agrícola, especialmente la siembra de palma africana.
Este sector, que se reactivó a partir del 2010, genera actualmente 6 000 fuentes de trabajo. De ellas, el 80% es población del cantón, 10% de otras provincias y el resto son inmigrantes colombianos, cuenta Flavio Paredes, representante de sector palmicultor de Esmeraldas. Pero desde enero pasado, la inseguridad en frontera impactó en el empleo.
Las empresas registran un 5% de ausentismo de los trabajos por diversos motivos: por temor de ir a los cultivos que están en la línea de frontera o porque han huido a otras provincias o a Colombia, debido a los enfrentamientos.
“Nos dicen que no saben lo que pueda pasar y que no van a venir”, relató Paredes.
En pequeños negocios de San Lorenzo también se percibe el temor de los pobladores.
Este Diario contactó a propietarios de seis establecimientos, entre hoteles y restaurantes. Solo Yolanda se animó a hablar, pero pidió que se omitiera su apellido.
Tiene una pequeña cebichería desde hace 14 años. Las ventas cayeron desde hace varios meses. Sus principales clientes eran comerciantes y trabajadores del sector agrícola. “Acá ya no llega nadie”, dice.
No quiere hablar de cifras. En esa zona se evita dar esos datos. Yolanda emplea a tres personas, que están afiliadas y reciben el salario básico. Si las ventas “estuvieran bien” contrataría a una más.
La segunda provincia de frontera con mayor tasa de desempleo es Sucumbíos. La actividad petrolera es importante, pero las empresas requieren de mano de obra calificada, que no siempre hay en la zona. “No contratan a gente de la zona, que prefiere ir a otras provincias en busca de trabajo”, dijo Rommel Alberca, secretario de trabajadores del Municipio de Lago Agrio.
Carchi, en cambio, tiene la menor tasa de personas con un empleo adecuado en la frontera. Según Diego Tarupí, titular de la Cámara de Comercio de Tulcán, esto se debe al cierre de negocios que se produjo desde el 2015, por las salvaguardias y el alza de aranceles.