Redacción Guayaquil
Mientras el sol golpea inclemente sobre la piel de quienes levantan las nuevas casas en la Cooperativa Esmeraldas Chiquito, Lidia Preciado no se inmuta por el fuerte calor. Con habilidad corta trozos de una pata de vaca.
5 000 dólares es el bono que se utiliza para la construcción de las viviendas de hormigón armado.Ella, quien perdió su casa durante el devastador incendio de la madrugada del pasado 20 de noviembre, hoy gana unos dólares en el sitio de la desgracia.
A diario, y hasta el 31 de enero en que se entregarán las casas a los damnificados, se encarga de alimentar a cerca de 50 personas. “Yo tenía un negocio de meriendas pero mi casa se quemó. Ahora estoy trabajando con los almuerzos para el personal que está reconstruyendo el barrio”, dice en la cocina de la casa de una vecina que utiliza momentáneamente.
Afuera, mientras beben sorbos de agua para aplacar la elevada temperatura (31 grados centígrados) y la alta humedad, tres trabajadores preguntan sonrientes a qué hora está el almuerzo.
En la zona, donde hasta hace unas dos semanas se veían los escombros que dejó el fuego, hoy se levantan los pilares de varias casas. Eso entusiasma a sus moradores, quienes vieron cómo en cuestión de minutos las llamas transformaron en cenizas el esfuerzo de toda su vida.
Apoyada en un pilar, Ángela Andrade observa cómo su esposo, Luis Delgado, participa de la reconstrucción de su casa. Él es uno de los 20 jefes de las familias afectadas que trabajan para las cinco firmas contratistas adjudicadas por el Ministerio de Desarrollo y Vivienda (Miduvi).
“Nos tranquiliza la idea de que poco a poco nuestras casitas se están levantando. Al menos esto nos motiva ya que hemos dejado de recibir la ayuda, especialmente en comida, que al comienzo teníamos”, dice Ángela.
Luis, su esposo, amarra los hierros antes de levantar un pilar. “Ya he trabajado antes en construcción y por eso no tengo mayores problemas, aunque mi especialidad es la gasfitería”, expresa mientras toma un leve respiro.
Jorge Naranjo es otro de los afectados. Él quiere que ya sea 31 de enero para estrenar su casa. Pese a la ayuda que recibe tiene una queja. “Mi terreno era de 8 metros de ancho por 12 metros de fondo, pero ahora nos van a reconocer solo un lote de 5 por 9 metros. Nunca me avisaron que me iban a cercenar mi terreno”, expresa este padre de seis hijos que reside en el sector desde hace 15 años.
Jacinto Mora es uno de los damnificados que tiene una plaza de trabajo durante la reconstrucción de la vivienda por lo que se le reconoce unos USD 60 semanales. “Es una forma de ayudar a levantar de nuevo el barrio y de paso ganar algo para la comida de mi familia”, dice.
Gustavo Jarama, técnico del Miduvi, explicó que 42 de las 121 viviendas que se van a construir, ubicadas en la plataforma central, ya tienen sus columnas fundidas. “Aquí se trabaja de lunes a domingo para poder cumplir con la promesa de terminar las casas el 31 de enero. Estamos en un 25% del avance de las obras y ese ritmo será incrementado esta semana”.
Mientras tanto, personal de la Dirección de Terrenos y Servicios Parroquiales del Municipio de Guayaquil continúa con el censo y las labores de medición de los predios al resto de familias que habitan en Esmeraldas Chiquito.
El cambio del uso del suelo, de Zona Especial Protegida a Zona Residencial aprobado por el Concejo Cantonal, permitió no solo favorecer a los afectados en el incendio sino, también, a todos los vecinos del sector.