Berlín. AP
La regla de oro en el avión se resume en una frase: estar preparado para reaccionar ante una situación límite. En este medio de transporte el factor humano aún está detrás del 70% de los accidentes.
Por eso, el capitán Jorge Cabezas, gerente de la compañía aérea Saéreo, insiste en que para que un accidente aviatorio tenga lugar deben fallar dos o más eslabones de una cadena (la operación, el avión, el aeropuerto, las ayudas, el mantenimiento, la meteorología).
Cuando falla únicamente un componente de esta cadena es menos probable que se produzca una catástrofe.
El problema radica cuando hay una sucesión de factores. Así, por ejemplo, una falta de mantenimiento en un sistema, que provoca un fallo mecánico en la aeronave, al que el piloto responde de forma incorrecta.
Bolívar Garzón, jefe de entrenamiento, precisa que siempre es necesario saber por qué se produjo un determinado accidente para aprender de este y tratar de minimizar los riesgos. Este piloto hace hincapié en que ahora los aviones disponen de herramientas que ayudan a reducir los peligros.
Las aeronaves se han convertido en enormes computadoras, como el Airbus, que transmiten, en ese instante y desde el aire, todos los datos sobre el estado del aparato al centro de mantenimiento en tierra. Hoy en día, los pilotos ven más cosas en menos tiempo.
Los nuevos materiales, fibra de carbono y aleaciones de níquel y cobalto también son fundamentales a la hora de brindar seguridad.