Redacción Ibarra
Cuando escuchó el nombre de su escuelita mencionado en un foro latinoamericano sintió que le temblaban las rodillas y la voz. Pero era cierto.
Sobre el proyecto
En el II Foro Latinoamericano de Docentes Innovadores, realizado en Buenos Aires (Argentina), dos maestras representaron a Ecuador. Una de la Universidad de las Américas y Libia Ipiales, de la escuela cotacacheña.
La escuela Manuela Cañizares, tras el premio, solicitó al Ministerio de Educación el equipamiento total de un aula de apoyo para educar directamente a los niños y niñas con deficiencias. Una tendencia que aumenta en Cotacachi.
Según un trabajo investigativo local, el retraso mental leve es ocasionado por deformaciones genéticas por contaminación ambiental, desnutrición crónica durante la gestación y otros.Libia Ipiales, con su proyecto educativo para enseñar a leer a niños con retraso mental leve en Cotacachi, obtuvo el tercer lugar en la categoría Teacher Choice en el II Foro Latinoamericano de Docentes Innovadores, realizado en Buenos Aires (Argentina) en septiembre pasado.
“En torno a mí había más de 120 docentes de toda Latinoamérica. Muchos tenían los recursos económicos para exhibir impresionantes proyectos educativos. Yo apenas contaba con el material pedagógico del aula. No tuve apoyo para más”, recuerda Ipiales, una maestra psicopedagógica entregada por completo a su labor en un aula muy especial.
El lugar es la escuela fiscal Manuela Cañizares, ubicada en la zona urbana del cantón Cotacachi en Imbabura. Es una de las instituciones más antiguas de la zona y fue fundada en 1852.
Las estructuras modernas y antiguas sirven para educar a 426 niños y niñas de las comunidades rurales indígenas. Las más marginadas y empobrecidas.
“Son comunas con muchos problemas de desnutrición, necesidades insatisfechas y otros problemas sociales. Por eso, cada vez se ha vuelto más común recibir a estudiantes con problemas de retraso mental leve”, explica la directora Miriam Morales.
Hace dos años, los 17 maestros de este establecimiento decidieron buscar una forma psicopedagógica útil para apoyar a los chicos con este tipo de discapacidad. Ipiales entonces impulsó la creación del aula psicopedagógica.
Un lugar colorido, limpio y con recursos tecnológicos poco comunes para escuelas con bajos presupuestos académicos.
“En esta aula, tras indagar dos años, se puso en marcha el proyecto denominado Me divierto aprendiendo a leer. Un trabajo que se ayuda con tecnología interactiva”, dice Ipiales.
El aula recibe por turnos a 72 niños y niñas con bajo rendimiento académico, trastornos conductuales y aprendizaje lento por retraso mental leve.
A este último grupo pertenece N. Bonilla. Esta niña de 13 años ha conseguido en cinco meses avanzar mucho en la lectura de lo que no logró en cinco años.
Ella es capaz de colocar el CD interactivo en el computador y espera que los personajes se proyecten en la pared con el Infocus. Luego abre sus libros y empieza a leer. De ese modo proceden sus seis compañeras.
“El año pasado, la fundación Chaskinet nos capacitó en esta tecnología. Eso me dio la idea de buscar recursos tecnológicos para los niños. Me decidí por los 12 CD de Abrapalabra. Pusimos manos a la obra y aquí estamos”, añade Ipiales. La tecnología contenida en los CD brinda a los chicos un acompañamiento permanente. Los personajes interactúan con ellos y los invitan a compartir sus aventuras.
“Los niños han desarrollado percepción y concentración que les ayudan a superar su problema de lenguaje oral. Así como a hablar, escribir y leer. Es una terapia de lenguaje que mejora su autoestima y crecimiento personal”, dice Ipiales.
Con este proyecto, la escuela Manuela Cañizares participó en Buenos Aires, Argentina.