Fausto Segovia Baus
La educación ha sido noticia nacional.
Es bueno que esto suceda, en especial cuando la sociedad -y obviamente, los protagonistas educativos- actúan en función de un proyecto de innovación.
El tema del mes ha sido el Sistema Nacional de Evaluación y las pruebas SER, que han causado revuelo –por decir un término- en un sector importante de maestros agrupados en la UNE y el Gobierno Nacional que, con el Presidente y el Ministro de Educación a la cabeza, han confrontado, el primero en oposición a las evaluaciones forzosas y los segundos al imponer autoridad, en un asunto tan sensible y complejo como es la evaluación docente.
La opinión pública es favorable a la evaluación del sistema educativo, y no solo a los estudiantes, como ha acontecido desde hace mucho tiempo. El Gobierno parte de un proyecto más amplio, que comprende capacitación, incentivos económicos y pasantías profesionales, con el concurso de las universidades.
El problema no está entonces en las finalidades, sino en las estrategias. Así, la evaluación integral -institución pública establecida en la Constitución (Art. 346)- es de carácter autónoma, pero en la actualidad es una entidad dependiente del Ministerio de Educación.
Los nuevos escenarios de la educación son complejos, pero hay que dar pasos firmes, consensuados y con bases constitucionales y legales incontrastables, porque la comunidad nacional exige cambios responsables en la educación, desde la inicial hasta la superior.
Y que las imposiciones y resistencias cedan ante la sensatez y la cordura.