Redacción Manta
La falta de agua ya está afectando al bolsillo. Es la opinión de Rosa Pincay, mientras compraba, ayer, en el Mercado Barrial 1, de Portoviejo.
La mujer buscaba en su cartera USD 0,75. Necesitaba para pagar por la media libra de queso. Hasta hace tres semanas, con la misma cantidad de dinero llevaba a la casa una libra. “La comida está más cara. Si sigue así, mis hijos ya no van a comer tres veces al día”.
El queso no es el único producto que subió de precio en los mercados de la ciudad. El plátano, en todas sus variedades, también cuesta más. La cabeza se vende a USD 10, hasta hace tres semanas se lo conseguía en USD 4. El malestar de Pincay era evidente.
Al ver su gesto de enojo, el vendedor Manuel Delgado le explicaba que puede comprar por unidades. “USD 0,15 por cada uno, el que a usted le agrade”.
Ella, luego de coger cuatro plátanos vuelve a meter la mano en la cartera y saca una moneda de USD 1. “Para nosotras, esta fruta es como el arroz. Todo preparamos con plátano”.
Ese comentario le permite entablar una conversación con el vendedor. Delgado le cuenta que junto con su hermano José viajan tres veces por semana desde Portoviejo a El Carmen. Esta última jurisdicción es la zona platanera de Manabí.
Por ahora, allí hay que pelear para comprar entre 15 y 20 cabezas. “Nuestro camión tiene capacidad para movilizar 20. Vamos de recinto en recinto buscando la fruta, pero está escasa”.
En los mercados de Tarqui, Los Esteros y Central de Manta, la historia es similar. Flor Lucas cuenta que en estos días le toca reemplazar los bolones de plátano por budines de yuca. Reconoce que ese cambio en la dieta familiar molesta a los niños. La razón: ellos están enseñados al bolón con café.
El número de negocios perjudicados va en aumento. Si no hay plátano, en las picanterías y puestos móviles de venta de encebollados, los clientes bajan por la reducida oferta. Así lo reconoce Byron Napa. Él tiene un puesto de venta de encebollados, cerca del mercado del centro. “Los comensales me piden chifles, pero tengo que decirles que no hay”.
Mientras los productos escasean por la sequía y el precio sube, la ayuda prometida por el Gobierno para conseguir alimento para el ganado de los cantones del norte de la provincia no llega.
El pasado viernes, el presidente Rafael Correa firmó el decreto de emergencia, luego de recorrer por las zonas afectadas. También entregó bidones con agua en la parroquia Boyacá (Chone).
“El líquido ya se terminó. Ahora, esperamos que el camión repartidor llegue pronto. Un bidón no soluciona el problema”, asegura Fabiola Vélez”, vecina.
La gobernadora de Manabí, María Luisa Moreno, informó que mañana empezará la entrega de los combos alimenticios para las vacas. Está previsto que se distribuya melaza, heno, balanceado y vitaminas. A la ayuda podrán acceder personas que tengan entre una y 80 cabezas de ganado.
De acuerdo con un informe elaborado por la Prefectura, la sequía destruyó en la provincia 350 000 hectáreas de ganado y tiene en riesgo a 100 000 de las 600 000 cabezas de ganado.
Técnicos de la Secretaría Nacional del Agua (Senagua) realizan un monitoreo diario del nivel del agua en las represas La Esperanza y Poza Honda.
El titular de la Senagua en Manabí, Javier Valencia, dice que todo está controlado, pero hay preocupación. “Si no llueve entre diciembre y enero, la situación sería muy alarmante”. En Poza Honda hay agua para consumo humano y riego hasta fines de enero.
Con las lluvias del invierno del año pasado se llenó la represa (100 millones de m³), que abastece a los 11 cantones del centro sur de Manabí. En la actualidad, hay 39 millones de m³, mientras que en el reservorio de La Esperanza están almacenados 210 millones de metros cúbicos.
Para Pincay, las autoridades deberían actuar de inmediato para abastecer del líquido para el consumo humano. “Los animales no los únicos que se mueren”.