La erosión del río Coca avanza a mayor ritmo y amenaza a 110 familias, en El Chaco

Vista aérea de la erosión en el río Coca que pone en peligro la vía Baeza-Lago Agrio. Captura video

Vista aérea de la erosión en el río Coca que pone en peligro la vía Baeza-Lago Agrio. Captura video

La alerta naranja fue declarada este viernes 5 de junio del 2020 para un tramo de la autopista E-45, en el cantón El Chaco. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO

Los habitantes de los barrios de San Luis y Carlos, que se encuentran cerca del río Coca, en el cantón El Chaco, provincia de Napo, están alertas al proceso de socavamiento de este afluente que avanza de manera acelerada aguas hacia arriba, con dirección a parte de sus viviendas y terrenos.

Las casas de hormigón o construcción mixta, los cultivos de naranjilla, de plátano, de yuca o los prados donde pastan el ganado en estas dos localidades se encuentran expuestos a este fenómeno, conocido como erosión regresiva.

Este proceso, que ha transformado el cauce del río en un socavón profundo, ha generado desde febrero pasado el colapso de la cascada San Rafael, ha afectado infraestructura petrolera y una parte de la vía Baeza-Lago Agrio.

Luis Reascos, dirigente del barrio San Carlos y testigo del avance de la erosión regresiva del Coca, comenta que cuando acude al sitio donde se registra este fenómeno -que avanza de manera progresiva- observa cómo el material de la peña aledaña se desprende fácilmente por “montones” y cae al agua. “El río cruza con fuerza, suena durísimo como un rugido”.

La erosión del río ha avanzado ya 4,8 kilómetros (km) tomando como punto de inicio la desaparecida cascada San Rafael, señala el último reporte del 12 de julio del 2020 de la Corporación Eléctrica del Ecuador, que monitorea el Coca.

Los datos revelan que solo en tres días; es decir, entre el 10 y el 12 de julio del 2020, la erosión avanzó un kilómetro.

San Luis está a alrededor de 1,2 kilómetros de la erosión y San Carlos a 3,2 kilómetros, pero esas distancias se van acortando conforme avanza este fenómeno, según información del Municipio de El Chaco.

La afectación en San Luis y San Carlos dependerá de los daños que provoque la erosión del río en los costados del cauce, en estos sitios. En el peor de los escenarios, parte de los barrios podrían desaparecer, menciona Carolina Bernal, docente de la Escuela Politécnica Nacional (EPN) y PhD en Geomorfología e Hidrosedimentología.

A Luis Pérez, dirigente de San Luis, esta situación le quita el sueño. Teme que las familias de esta zona y sus propiedades resulten perjudicadas.

La ganadería y la agricultura son el sustento de estas dos comunidades, refiere Luis Salazar, presidente del Gobierno Parroquial Gonzalo Díaz de Pineda, a la que pertenecen ambos sectores.

Aguas arriba, en San Carlos la preocupación es similar. En total 110 familias de ambas localidades están expuestas a este posible riesgo, según las evaluaciones realizadas por el Municipio de El Chaco.

Además, existen alrededor de 19 asociaciones que podrían resultar perjudicadas, porque desde San Luis se accede por un puente a las fincas ubicadas en el Alto Coca, donde se realizan actividades productivas. Este paso permite que las personas lleguen caminando en alrededor de dos horas a sus propiedades. Mientras tanto, desde San Carlos el mismo trayecto puede tomar unas ocho horas, una parte de este recorrido se hace usando un puente colgante.

Para proteger la integridad de los habitantes de San Luis y San Carlos, el Municipio de El Chaco ha desarrollado un plan de evacuación. Se han habilitado dos albergues temporales con capacidad para unas 120 personas. Tienen camas, colchones y otras provisiones, expresa Javier Chávez, alcalde de este cantón amazónico.

La aplicación de este plan de emergencia, en caso de ser necesario, se realizará inicialmente en San Luis. La gente saldrá cuando el último punto de la erosión esté a menos de un kilómetro de este poblado, precisa Chávez. Y, en función de cómo avance este fenómeno, se hará lo propio en San Carlos.

A largo plazo se analiza también la reubicación de estos pobladores.

Para la gente de estos barrios, no solo el proceso de erosión del río Coca es una amenaza. Temen un posible colapso de las obras de captación de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, por este mismo fenómeno, y el arrastre de material aguas abajo.

No es el primer fenómeno que enfrentan ambas localidades.

Los moradores más antiguos tienen aún en su memoria los efectos que causó el terremoto de marzo de 1987, cuyo epicentro fue en el sector de El Reventador.

En ese entonces, San Luis y San Carlos quedaron cubiertos por lodo, producto de deslizamiendos de laderas de la zona. Fueron pocas casas las que se salvaron. Ahora temen que el río Coca los vuelva a desaparecer.

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