Cristina Fernández de Kirchner sorprendió al mundo. Comentó que la pobreza en Argentina es menor al 5% y más baja que en Dinamarca.
Los datos oficiales de la pobreza, como otros que muestra -oculta, más bien- el gobierno no parecen creíbles. El INDEC ha sido acusado de manipular las cifras de la inflación, al tiempo que la bancada de oposición del Congreso publica sus propios datos.
Luego de la inexplicable fábula contada por la Presidenta en Europa, el jefe del Gabinete, Aníbal Fernández, puso la guinda del pastel cuando le preguntaron si, en efecto, Argentina tenía menos pobreza que Alemania respondió: “Y sí, aunque no te guste y te cueste aceptar.’ ( Ver diario La Nación).
Será por eso que sin empacho la Presidenta mostró el crecimiento de su patrimonio personal, cifrado en 64 millones de pesos.
Cualquiera que haya oído esas declaraciones entiende el que en las redes sociales la carcajada haya estallado. Fotos de alemanes en botes en busca de la tierra de promisión, colas en los consulados del país sudamericano a la espera de visas y todo tipo de bromas burlándose de los peregrinos disparates.
Mientras estos discursos macondianos se difunden con desparpajo el final de los 12 años de la era kirchnerista se acerca.
Las encuestas para las presidenciales de octubre muestran primero a Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires y principal candidato del oficialismo, aunque no sea muy afecto de la señora de Kirchner. El jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, le sigue en las estadísticas, es un empresario próspero de la derecha. Sergio Massa, hace dos años era el más firme aspirante a sucesor, ahora desmoronado en las encuestas, aceptó a regañadientes representar al Frente Renovador, una escisión del Frente para la Victoria (kirchnerismo). Aunque faltan las elecciones primarias a uno de ellos le tocará gobernar el ‘paraíso’ del relato oficial de un país donde no parecen existir villas miseria y menos pobre que Dinamarca o Alemania.