Entrevista a Rafael de Hoyos, líder de la Unidad de Educación del Banco Mundial. Foto: Andrés García/ EL COMERCIO.
El Informe de Desarrollo Global del Banco Mundial, correspondiente al 2018, se enfoca en la educación, particularmente en los procesos de aprendizaje.
Rafael de Hoyos, líder de la Unidad de Educación para América Latina de ese organismo, brindó más detalles del documento ‘Aprender a hacer realidad la promesa de la educación’.
¿Se ha avanzado al aumentar la matrícula?
Uno de los principales mensajes del informe es que escolarización no es lo mismo que aprendizaje. En América Latina hemos visto que en los últimos 50 años hubo un aumento importante en la tasa de escolarización, sobre todo en primaria y secundaria.
Pero eso no se traduce en todas los beneficios asociados a la educación, como mayor productividad, crecimiento económico, mejores niveles de salud, más participación democrática. El hecho de proveer escolarización a los menores de edad no está garantizando el aprendizaje.
¿Cuál fue la metodología que se usó para elaborar el informe?
Usamos datos estadísticos para identificar las problemáticas, con revisión de literatura internacional. El reporte no está focalizado en un país o región específica. Lo que hace es recopilar evidencia para determinar cuáles han sido las estrategias efectivas para satisfacer el derecho que tienen los niños y jóvenes a aprender. Por ejemplo, en Latinoamérica, la mitad de adolescentes menores de 15, no adquiere las capacidades mínimas necesarias para ser productivos. No comprende textos (lectura) y no sabe utilizar operaciones matemáticas básicas pare resolver problemas.
¿Cómo ve el Banco Mundial al sistema educativo en el Ecuador?
El reporte es claro. El insumo más importante para satisfacer los derechos de aprendizaje es tener docentes de calidad. No hay ningún otro elemento que tenga más importancia. Hay estrategias efectivas para mejorar esa calidad, como profesionalizar la carrera docente a través de concursos de méritos y evaluaciones del servicio que brindan los maestros. En estos rubros, Ecuador ha hecho un buen trabajo. Implementó una estrategia para profesionalizar la carrera, con la Universidad de Educación. Esas son buenas prácticas.
¿En qué aspectos se puede mejorar?
En usar mejor los resultados de las evaluaciones docentes y de aprendizaje de los estudiantes, para que sean esos insumos los que guíen en la implementación de políticas públicas.
¿Qué otras políticas se pueden aplicar?
Además se puede mejorar la equidad del sistema educativo. La desigualdad de los aprendizajes es un buen termómetro de lo que va a ocurrir mañana en el mercado laboral. En Ecuador y en la región en general, no hay esquemas efectivos para reducir esas brechas, que reflejan las brechas de ingresos que existen en los países. También se necesita un sistema de medición, con pruebas nacionales e internacionales, que permitan monitorear el estado del sistema.
Según el informe, ¿cuáles serían los retos?
Cerrar la brecha de aprendizaje entre niños que provienen de hogares en alta marginación. Eso supone implementar una política de primera infancia efectiva, con programas de nutrición y estimulación temprana. Otro reto es asegurar que el Estado asigne los recursos necesarios a las escuelas que atienden a esta población en alto grado de marginación, para compensar esas desigualdades de origen. El reto es hacer del sistema educativo ecuatoriano un real motor de movilidad social.
¿Cómo ve el Banco Mundial a Ecuador, en terminos educativos, comparado con otros países de la región?
Analizando las estadísticas, vemos que Ecuador avanzó en la dirección correcta y lo hizo más rápido que sus pares. En términos de cuánto se invierte en educación, hasta hace algunos años, Ecuador estaba por debajo de la media. Hoy se coloca por encima de la media regional. Esas son buenas noticias. Ahora, hay que garantizar que estos esfuerzos fiscales se traduzcan en una mejora de los aprendizajes.