Franklin Ramírez, coordinador de sociología política en la flacso. Foto: Pavel Calahorrano/ EL COMERCIO.
Entrevista a Franklin Ramírez, coordinador de sociología política en la Flacso. Doctor en esa materia, graduado en la Universidad París VIII Saint Denis y Complutense de Madrid. Ha investigado y escrito sobre las movilizaciones sociales que provocaron el derrocamiento presidencial del 2005, etc.
Para figuras fuertes como la de Rafael Correa suele ser difícil encontrar un sucesor. ¿En ese dilema está Alianza País?
Las figuras políticas son fruto de un contexto, tiempo y determinadas relaciones sociales, no son solo la propia encarnación de sus esperanzas, de su modo de ver el mundo o la política. Correa surge en un contexto de crisis orgánica del Estado, en un momento en que se pulverizó la legitimidad política de los partidos.
Pero, ¿él se ha colocado en el centro de la política?
Su hegemonía ha sido prolongada, con una relativa estabilidad institucional, si se compara con la década anterior. Correa y su figura son un marcador de época. Un tipo de figuración política de esa magnitud es difícil de ser sostenida en el tiempo y reactualizada.
¿Es el fin de una era?
El país está cerrando una etapa, en relación a la centralidad de un liderazgo de este tipo. Para el movimiento creado por Correa, zanjar la transición es difícil. No creo que sea posible ni que esté en sus cálculos pensar en un reemplazo. El dilema es sobre cuáles son los liderazgos políticos, nombres que pueden facilitar la transición de poder al interior para evitar que se rompa la cohesión y procurar un buen rendimiento electoral.
¿Cómo incidirá el Presidente en el futuro electoral de Alianza País?
El movimiento está y estará marcado por la figura de Correa. Puede encaramarse como un político muy activo, aunque lejos del Gobierno y del poder. Puede tener un repliegue táctico silencioso.
¿Un repliegue en Bélgica?
En la Amazonía o China, no es relevante, donde sea que permita que las fuerzas de su movimiento se reacomoden. Para el futuro cercano será clave lo que acontezca este año. La década se cierra con un turbulento escenario que combina desaceleración económica y efectos del terremoto
El terremoto pesa.
Faltando un año para el cambio de Gobierno y ocho meses para el período electoral se abre de modo súbito un nuevo momento en la política que puede ensombrecer, borrar o dar nuevos bríos.
¿Puede ser que la gente lo recuerde por la reconstrucción o por una mala gestión del terremoto?
Deberá gestionar la desaceleración económica, hacer un control de daños y lograr que los avances se conserven. No veo posible dar más pasos adelante sino más bien sostener legados, institucionalización de derechos. Para eso el tiempo que resta de su mandato se le hará muy largo. A la vez está el terremoto, que ha provocado la manabización del escenario político.
¿Y esa manabización del escenario en año electoral a qué obliga a los actores?
La reconstrucción de los territorios es dirimente y constitutivo del ciclo electoral que se cerrará en el 2017. Si para gestionar la coyuntura económica a Correa el tiempo se le hará eterno, para dicha reconstrucción será breve: para el Gobierno la manabización supone la obligación de mostrar resultados respecto a vivienda, reubicación…
¿Cómo ha abonado Correa en ese sentido?
Contribuye con una apuesta fuerte al colocar a una de sus figuras electorales (el Vicepresidente) en ese comité de reconstrucción y al nombrar varios nuevos ministros manabitas. Colaboran también las fuerzas de oposición: Mauricio Rodas ha demostrado que es mejor scout que alcalde de Quito, se ha reposicionado ante la opinión pública; Jaime Nebot lo mismo en Guayaquil. (Guillermo) Lasso es el más extraviado, pero todos han manabizado el escenario electoral.
¿Cómo leer sus pocos anuncios y que le dedicara tanto espacio a Manabí en el Informe a la Nación?
Las proporciones del desastre son de magnitud, el Estado ha intervenido y se ha movilizado. Manabí es una provincia importante y está entre las de mayor caudal electoral. El Presidente se ha hecho muy fuerte ahí, desplazando a figuras tradicionales del PSC, PRE y lo que era el Prian.
¿Por qué no anunció un plan para este último año?
La falta de anuncios más robustos tiene que ver con que su margen de maniobra es reducido a meses de las elecciones. La Ley de Herencias y Plusvalía es una reforma pendiente desde Montecristi.
Pero es un proyecto de ley descafeinado. ¿Este es su comentario, no?
Retoma la iniciativa del año pasado, que por razones políticas no pudo impulsar. Correa siempre ha hablado de justicia social y redistribución de la riqueza. Y en este último año de Gobierno es un modo de trazar el campo de batalla electoral que se viene, de recolocar el tema en el centro del debate, con su alusión a los ‘Panama Papers’ y a los candidatos con fortunas en offshore.
El Mandatario habló de una arremetida internacional, ¿debe preocuparle?
Desde el 30-S el tema es recurrente en su discurso. Con la idea de desestabilización, no reconoció movilizaciones. Sin embargo, el escenario es distinto al de la región (Brasil), acá se zanjará en las urnas. Lo que está en juego en el 2017 será el retorno a políticas pro mercado, neoliberalismo blando o uno duro.