Sánchez es doctor en Ciencia Política y máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca y licenciado en Sociología por la U. Católica. Foto: Cortesía
Entrevista a Francisco Sánchez, subdirector de la Flacso-España.
Una característica de los diez últimos años en Ecuador y la región son las reformas institucionales emprendidas especialmente por los llamados gobiernos progresistas.
Las constituyentes son mecanismos de legitimación y fundación nacional, como creación de un nuevo pacto, lo cual no es tan nuevo. En los casos más cercanos Rafael Correa, Evo Morales y Hugo Chávez triunfaron porque son líderes que dieron contenido a estas refundaciones. La Constitución del 98 en Ecuador fue algo parecido pero no tenía ni padre ni madre.
¿La Constitución de Montecristi qué importancia tuvo?
Le dotó al Gobierno de la capacidad para intervenir en la economía y en la sociedad, desde ahí se fue construyendo un proyecto político con mayor capacidad para políticas públicas. Lo fundamental es que la Constitución revierte la capacidad e intervención del Estado, que se vuelve el principal actor.
¿Qué medidas apuntalaron, a su criterio, ese modelo concentrador del poder?
La Constitución no le otorga automáticamente al Presidente el poder sino que hay un proyecto político detrás. Alianza País sabe qué hacer con ella. Así va creciendo el número de organismos que intervienen y regulan procesos.
¿Con mayor concentración del poder en el Presidente?
Eso no ocurre solo por la Constitución que le benefició sino porque ganó varias elecciones con mayoría absoluta, lo cual permitió que todos los sistemas de control desaparezcan y sean ocupados por Alianza País de forma legítima.
¿Cuán importantes fueron en este proyecto político la realización de la Asamblea y el fortalecimiento del presidencialismo?
Es más complejo. La reforma viene de atrás, Correa no existe hasta que Palacio lo nombra ministro, luego todos se emocionan con su discurso de soberanía y patrioterismo. Él es un ‘animal político’ y en esto se parece mucho a Abdalá Bucaram (padre).
¿Correa es populista?
Más que populismo es ese lado emotivo que gusta tanto en los países católicos lastimeros como Ecuador. Además, en política son muy importantes los factores simbólicos. Correa se empoderó eliminando adversarios y grupos que lo llevaron al poder. En el Gobierno apareció el conservador que realmente es, y claro surgió el caudillo.
¿La institucionalidad se armó a su medida?
En el país no vuela una mosca sin su consentimiento. La fortaleza del Presidente de la República no es institucional
sino política.
¿Correa y su movimiento han sido exitosos en sus reformas de la última década?
Lo que sí ha hecho Alianza País es crear institucionalidad, aparatos burocráticos y tecnocráticos poco racionales. Tampoco hay que olvidar que históricamente las entidades de control en el país siempre acaban siendo gobiernistas.
¿En esa línea, controlar todos los organismos estatales es fundamental?
Sí y con el consentimiento de las autoridades, lo cual también es parte de la historia. El problema de los análisis centrados en la reforma institucional es que no toman en cuenta que además se deben emprender un sinnúmero de acciones para crear cierto tipo de aparatos y estructura.
¿En este esquema los organismos independientes son un problema?
No se tolera que un organismo sea independiente, la gente creía que Correa era pluralista y mire lo que ha pasado.El Mandatario y su aparato institucional no soportan las ideas diversas, no admiten ningún tipo de crítica.Un caso ejemplar es el de la veeduría que investigó los contratos del hermano del Presidente. Los veedores acabaron arruinados, sin trabajo y sentenciados. Ese es un buen ejemplo del pluralismo del Presidente.
¿Toda la institucionalidad funciona en esa línea?
La institucionalidad funciona cuando la gente cree en las reglas de juego, las normas no son más que reglas de premios y castigos garantizadas por las autoridades. El problema es que el Presidente es el que premia y castiga. En los juicios si sale un fallo contrario a lo que quiere el Gobierno, inmediatamente se cuestiona al juez porque se asume que el Estado es infalible y que los jueces no tienen razón; no ha habido un juez que se haya atrevido a fallar contra el Estado. Ese poder no está basado en la institucionalidad sino en el autoritarismo.
¿Qué tan importante es la narración simbólica, acompañada de un aparataje de propaganda para fortalecer la tesis de la refundación?
Han tenido un gran éxito en la construcción de los imaginarios de patria, de nación y sobre todo en la política de la racionalidad. Esto es característico de los autoritarismos. Correa es muy bueno como político pero ha resultado pésimo como economista. A los hechos me remito: el país está en crisis.
¿Qué papel tuvieron los enlaces en esa estrategia?
Durante cuatro meses vi todos los enlaces para publicar un libro y lo único que obtuve fue un texto de sátira política, por todos los datos equivocados y absurdos que se dicen; sin embargo, él se abroga la capacidad de la razón.
¿La última palabra siempre es de Correa?
Claro, pero es racional, él es doctor, ha estudiado afuera, fue profesor. Es un discurso simbólico porque es perfecto, se construye un sentido filial con la idea de la construcción nacional, de la patria, esto es fundamental.