Alan Añazco, penalista: ‘No hay ningún estudio que demuestre que el portar armas de fuego mejora la seguridad’

Alan Añazco, penalista y docente. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Alan Añazco, penalista y docente. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Alan Añazco, penalista y docente. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Entrevista a Alan Añazco, penalista y docente sobre el porte de armas en Ecuador. Añazco indica lo que significa flexibilizar o avalar el porte de armas de fuego en el país.

¿Permitir el porte de armas es una posibilidad factible para enfrentar la delincuencia?

Ahora escuchamos esas propuestas demagógicas que se presentan como si recogieran el clamor popular. Hay que partir diciendo que no es cierto que esté prohibido, per se, el portar o tener armas de fuego. La ley sí faculta hacerlo, pero hay que cumplir con los requisitos legales.

¿Quiénes pueden ahora portar armas?

Cualquier persona natural para defensa personal o para caza o deporte. Entonces decir que hay que legalizar no es técnico. Lo que se podría plantear es eliminar algunos requisitos para que tengamos la posibilidad de portar armas sin hacer un trámite tan demoroso.

¿Es populismo decir: vamos a legalizar el porte las armas?

Es populismo y parte de una deficiencia técnica-jurídica.

¿A qué se refiere?

Que este tema no necesita de una legalización, sino de una reforma para flexibilizar los procesos o ya, de plano, despenalizar. Eso sí, tener o transportar un arma sin los permisos legales es un delito.

¿Qué consecuencias tendría el flexibilizar o avalar el porte de armas de fuego?

Avalar el porte de armas tendría un efecto contrario al objetivo de mejorar la seguridad. Si hoy existen impedimentos legales para que una persona tenga un arma, pero el índice delictivo demuestra que se evaden esas exigencias y que más de 60% de aquellas infracciones violentas, como robos, tiene que ver con el uso de armas de fuego. Si con estas regulaciones se generan tantos delitos con armas de fuego, imaginémonos un escenario en donde todo esto se amplié. Esto generaría un tema de violencia que va a ser circular.

Pero lo que dice la gente es que los delincuentes ya tienen armas y a ellos no les interesa la regulación. La gente común, la que está en la casa, la que es dueña de negocios, dice: nosotros queremos este mecanismo para poder defendernos. ¿Hay algún estudio que demuestre si esto es factible?

No hay ningún estudio técnico que demuestre que portar armas de fuego mejora la seguridad. Lo único que podemos hacer es analizar lo que pasa en otros países. Y aquí siempre se toma con ejemplo a Estados Unidos.

¿Y qué pasa con Colombia, México, Brasil o Argentina? ¿Cuál es la experiencia de esos países en donde se avala el porte de armas con leyes más flexibles?

Colombia es un escenario más complejo, porque hay grupos subversivos internos. Pero en todos esos países, los estudios determinan que el reconocer el derecho a portar armas o flexibilizar los requisitos aumenta el número de personas privadas de la libertad, hay más delitos violentos y hay una escala de conflictividad social que es cíclica. De ninguna manera se ha comprobado que con esta política se llegue a prevenir o disminuir el delito.

Entonces, ¿qué hacer ante los asaltos?

Más bien lo que se debe trabajar es en un organismo técnico que ayude a prevenir el delito. Tampoco podemos cerrar los ojos y decir que estamos viviendo en una situación pacífica, porque es todo lo contrario.

Usted decía, tenemos de ejemplo a los Estados Unidos. ¿Qué podemos aprender de la experiencia de ese país?

Como lección podemos aprender que ahora ellos buscan cómo evitar el problema en el que están. Ellos quieren mecanismos para limitar el porte de armas. Quieren salir de ese problema y nosotros estamos pensando incluirlo en nuestra sociedad.

Hay mejores experiencias de países que les ha ido bien con políticas flexibles sobre el porte de armas. Suiza, por ejemplo. ¿Qué pasa allí?

Uno puede decir, en unos países funciona mejor que en otros. Pero debemos tener en cuenta el factor cultural. Quizá nosotros somos una sociedad más conflictiva y vengativa. Somos una sociedad donde el índice de violencia doméstica es muy alto. Imagínese que una persona que ejerce sobre su pareja violencia física o psicológica llegue a tener un arma en su domicilio.

La mayoría de los femicidios no son cometidos con armas de fuego, sino con las manos, porque el agresor, impulsado por la ira y la pasión, necesita ejercer violencia sobre el cuerpo de la mujer y por eso la asfixia o le acuchilla o deforma el rostro.

Sí, se ve el ensañamiento y la alevosía. Es verdad que el agresor en un caso de femicidio no necesita de un arma de fuego, pero es porque esa violencia es sistemática y cíclica. ¿Dándoles la posibilidad de tener un arma de fuego vamos a evitar que se cometa ese femicidio? No. Hay que evitar el inicio de esa violencia que nace desde los hogares, desde la formación social, desde las escuelas.

Hay gente que dice: hay que darle la posibilidad de que la mujer, víctima de violencia doméstica, tenga un arma para protegerse. ¿Qué opina?

Lo que va a pasar es que la mujer tendrá un arma, el hombre tendrá un arma y lo único que resulta de eso es más violencia sistémica y cíclica. La violencia genera más violencia, es una máxima. Si queremos plantearnos el mejorar la seguridad y procurar la paz social, esto no podemos hacerlo con el porte de armas.

¿Qué se debe hacer con la gente que ya tiene un arma y la usa para cometer delitos? Hay personas a las que matan por un celular.

Hay que mejorar las sanciones. Tenemos el procedimiento penal y hay que aplicarlo. En eso estamos fallando, que los delitos no se llegan a juzgar, que existen evidencias y a los sospechosos se los deja libres. Las herramientas jurídicas están, pero no se aplican.

Usted dice que en este momento la gente sí puede tener o portar armas, pero en el campo los ganaderos se quejan justamente de lo contrario. ¿Cuál es el panorama legal?

En donde se norma esto es en la Ley sobre Armas, Municiones, Explosivos y Accesorios y su reglamento. A lo largo del tiempo se han emitido acuerdos y decretos que han restringido la posibilidad del porte o tenencia de armas. Entre los principales podemos señalar el Decreto Ejecutivo 749, de abril de 2011. Allí se establece la prohibición de portar armas de uso civil a escala nacional, como medida necesaria para precautelar y coadyuvar al mantenimiento de la seguridad. Después, el 26 de septiembre de 2016, el Ministerio de Defensa asumió las regulaciones y requisitos para el permiso personal de porte de armas para tiro, caza, pesca y deporte. Y, también se han desarrollado ciertos permisos para ganaderos y camaroneros como se establece en la Resolución ‪122-2018. Entonces ellos sí pueden portarlas.

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