Se trata de un molusco marítimo cuya propiedad más relevante, probablemente, es su capacidad de cambiar de color en el momento del cortejo. “Es como una nave espacial”. Parece un pulpo pero no es, tiene mucho de un calamar, pero en realidad es una jibia.
TeNGA EN CUeNTA
Colección De la primera serie en que trabajaron sacaron 20 obras con sapos y 20 con escarabajos. No se repitió ninguna especie. De la segunda colección no saben el número exacto que trabajarán. Sin embargo, han decidido expandir el campo laboral haciendo obras bajo pedido.
Trabajo Ellos, además, proveen de trabajo a algunas costureras ya que ellas son las encargadas de pegar las etiquetas en la mercadería. Dichas etiquetas también son trabajas por los artistas.
Elaboración Los artistas afirman que mucho de su trabajo ha sido comprado para guardarlo. Aunque está pensado en que sea utilizado.Rodrigo Navarrete, de 25 años, es un artista que sintió en su interior algo de este animal. “Es por su colorido”, que por otra cosa, porque la jibia tiene concha interna y “falditas” a los costados´.
En todo caso, Navarrete, natural de Malchinguí, junto a Steven Mera, de 29 años y nacido en Puyo, adoptaron a este molusco para el logotipo de Jibia Blue.
Al entrar a este local nos recibe un sinnúmero de escarabajos, algunos sapos y uno que otro búho que nos miran atentos, siguiendo todo movimiento con su impávida mirada. Pero no hay que temer, esta zoología casi fantástica está pintada principalmente en telas psicodélicas de camisetas, gorras y bolsos, que recuerdan las viejas técnicas del ‘tie dye’ de la década de 1960.
Si no está familiarizado con el término ‘tie dye’, debe saber que es una técnica de pintar la ropa anudándola con ligas para que quede concéntricamente colorida.
Esta fauna está plasmada con pinturas textiles termofijas, lindo término que no significa otra cosa sino que las prendas que se producen en este lugar son completamente lavables a mano, pero si se las mete en la lavadora es muy probable que el dibujo salga roído.
Atrás de este concepto natural para Rodrigo y Steven se esconde toda una filosofía: aportar en algo a la concienciación de la naturaleza del transeúnte, del colegial, etc. para que recapaciten en lo grandioso de nuestro país. Pero esto es a veces difícil ya que, incluso ellos que se reconocen como conservacionistas, muchas veces hacen cosas que atentan contra el delicado equilibrio de la naturaleza.
Pero, precisamente, ahí está su lucha diaria, aparte de lidiar con los horarios de trabajo. Iniciaron hace un par de meses con la idea de hacer colecciones de ropa en la que aparezcan escarabajos y sapos porque “son animales preciosísimos y muchas veces la gente dice guácala cuando ve un sapo porque es como babosito.
Es porque no está consciente de todo lo que se hace para preservar a esos animales en la naturaleza, no es solo ayudar al sapo porque es sapo y al escarabajo porque es así, sino valorar la función que cumplen dentro del medioambiente”.
Como no pueden batallar desde la biología, porque no la estudiaron, lo hacen desde su medio natural: los colores y los pinceles.
Así, Rodrigo y Steven se especializaron en decoración, personalización de autos, aerografía en computadoras, celulares, o vehículos, hacen ‘body art’, pintura de caballete y pintura textil.
Los motivos naturales sobran. En un rincón está una tela pintada con aerógrafo en la cual se observa una serpiente de apariencia muy real… más que seguro asustará a más de un desprevenido. En otro lado, colgado en la pared está un pintura con óleo que tiene historia propia.
Steven cuenta que se trata del mono Chu. En la mitología shuar, Yakum Chu estaba algarábico en una fiesta cuando le ofrecieron un pilche de chicha. Chu, ansioso como estaba por la bebida, se tragó hasta el pilche y, por ello, se fue convirtiendo paulatinamente en mono. La pintura es muy colorida, en esta se ve a un vivaz Chu en plena y florida transformación con un pote en la mano, seguido de unos cuantos nautilus. Es parte de una serie de 10 cuadros.
Steven también es fotógrafo. De hecho, él es quien provee del lote de imágenes de donde los artistas sacan los ejemplares. Él ha modificado digitalmente el entorno de algunas fotos para “darle más valor a la imagen”.
Normalmente, de estas fotos sacan los modelos para sus cuadros. Cada uno más o menos les toma entre dos y tres horas de trabajo, cuando son representaciones fieles de la imagen, aunque se hace algún cambio por estética y cromática. Pero cuando es creación, primero se hace bocetos a lápiz para concretar la idea.
Después se la traspasa a una camiseta, un bolso o lo que sea, a veces necesitan intentar diversas posiciones para los insectos, más por cuestiones de complacer a los clientes, quienes desean que la cabeza o las patas estén en diferente postura; cosas del arte.
La siguiente colección que han pensado, después de los animales, es floral. Empezaron con orquídeas y probablemente continúen con las plantas carnívoras que están exhibiéndose en el Jardín Botánico.
A pesar que esta técnica no es nueva, puesto que Andy Warhol ya la hacía hace más de 20 años, ellos la han importado siguiendo un norte, como dice Rodrigo: “Para no llevarse el escarabajo, es mejor llevarse una camiseta con uno pintado, así se aporta de alguna manera a la conservación”.