Una mujer y su hija fueron agredidas por encapuchados, durante un asalto en el interior de su vivienda. Foto: Cortesía
El domingo 21 de julio del 2019, Marcela (nombre protegido), de 48 años, organizó una comida solidaria para ayudar económicamente a su hermana que tiene graves problemas de salud por insuficiencia renal. Ese día, ella y su hija cocinaron seco de gallina, hornado y encebollado. Más de 30 personas acudieron a su casa, en el centro de Quito, para colaborar.
“Decidimos hacer la comida para mi hermana, de más de
60 años, porque vive en el campo y es muy pobre. Mi intención era de que por lo menos tenga algo para los pasajes”, manifestó la mujer en una entrevista con este Diario la mañana de este martes 6 de agosto del 2019.
A las 19:00 se terminaron los alimentos y logró reunir USD 320 en efectivo, que los guardó en una cartera. Su hija le ayudó a levantar las mesas, sillas y retirar las ollas en donde prepararon los platillos. La mujer cuenta que incluso invirtió los USD 190 del arriendo de su vivienda para comprar los ingredientes, bebidas y platos desechables. También le prestaron un poco de dinero.
Sin embargo, seis horas después, a la 01:00 del lunes 22 de julio, cuatro encapuchados rompieron las seguridades de su vivienda e ingresaron para quitarle lo que recaudó. A su hija le golpearon para que no gritara, le tomaron del cuello. A Marcela también le jalaron del cabello y la arrojaron contra la pared para neutralizarla.
Con la voz entrecortada, recordó que los agresores conocían cómo llegar a su casa y lo que tenía de dinero. “Yo creo que esas personas acudieron a comer temprano con nosotras y nos identificaron (…) Solo nos quitaron la plata, no se llevaron otras cosas”.
Tras el asalto, Marcela debe un mes de arriendo. “Estoy endeudada y no pude ayudarle a mi hermana”, contó mientras lloraba. “Durante el atraco, ellos me decían ustedes tienen el dinero y deben entregárnoslo. Estaban con la cara tapada”.
Asustada, ella les dijo que el dinero estaba en la cartera y lo sustrajeron. Tomaron los USD 320 y se huyeron rápidamente. Le amenazaron con hacer daño a su familia y no ha denunciado lo que ocurrió ante la Policía Nacional por temor a represalias.
Ahora, Marcela está endeudada y con su salario básico mensual aspira cubrir poco a poco las deudas pendientes y pagar el arriendo.