Ecuador será un oyente en la sexta ronda de negociaciones entre europeos y andinos.
Si se compara con lo sucedido en julio pasado, cuando el país decidió no estar presente en la quinta ronda, en Lima, pareciera un avance.
Pero en la práctica es lo mismo. Ecuador no puede negociar nada, no presentará propuestas y no podrá tomar decisiones sobre los 13 temas que se seguirán negociando esta semana en Bruselas, entre ellos, inversiones, compras públicas, propiedad intelectual, servicios, agricultura, acceso a mercados, etc.
Colombia y Perú continuarán marcando la cancha de juego para los países que quieran sumarse a esta negociación. Los intereses de ambos quedaron claros en la negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU. Y no será diferente con la UE.
Ambos países apuestan a un modelo de desarrollo donde el comercio internacional es uno de los pilares. Sobre esa base se promociona la inversión extranjera, la competencia, el papel del Estado.
Ecuador, en cambio, decidió aislarse de la negociación con EE.UU. y está preparando el terreno para hacer lo mismo con la UE.
Para el Gobierno, esta negociación huele mucho a TLC y poco a un Acuerdo Comercial para el Desarrollo, un concepto que no termina de aterrizar en una política comercial.
El Régimen está interesado en un modelo de desarrollo basado en el Estado, donde el crecimiento dependa de cuánto pueda gastar el Fisco.
Su política comercial ha puesto énfasis en poner barreras al comercio con el argumento de proteger a la industria nacional. Y en reducir la competencia bajo la premisa de que los acuerdos entre empresas estatales son mejores.
Con ese modelo de desarrollo, Ecuador no tendrá mucho que hacer en la negociación con la UE.