Elena Jaramillo guarda 300 raíces en su hogar en Tabacundo

Redacción Siete Días

Una tarde, cuando limpiaba su terreno, Elena Jaramillo encontró una raíz que se asemejaba mucho al torso de un humano. La tomó, se la llevó a casa y decidió que algo tenía que hacer con esa obra de arte hecha por la Pachamama. “La naturaleza es la mejor talladora que hay en la Tierra”.

Elena Jaramillo es coleccionista de raíces. Vive en Tabacundo, en el bosque de El Tambo, en una casa que parece una extensión de la naturaleza. Madera por dentro y por fuera.
Su pasatiempo, y ahora, su pasión, empezó hace tres años con aquel pedazo de raíz y por una visión que tuvo 15 días después de la muerte de su padre. Cuenta que un señor se le presentó y le dijo: “tiene que echar raíces”.

De ahí en adelante, se dedicó ella sola a recolectarlas, sacarles la corteza, a tallarlas, a transformarlas con el formón, su única herramienta de trabajo y, después, para acentuar el brillo de la  madera, a cubrirlas con una capa de sellador.

“Las raíces son poderosas, donde sea que encuentran humedad se abren paso, se desarrollan y crecen”, dice con pasión mientras camina por su terreno. 
Elena es una mujer tímida, de quien es difícil obtener una sonrisa, y se muestra incómoda con las fotos, pero cuando habla de sus piezas sus ojos se iluminan y una sonrisa aparece en su cara.

Su querida colección tiene alrededor de 300 piezas, todas ellas de diferentes tamaños, grosores, colores y de varios tipos de árboles; pino, eucalipto, higuerilla. Algunas de ellas tienen objetos incorporados, como piñas navideñas y todas se asientan en una base de madera, tríplex, en una media campana o  en “lo que haya a la mano”, como dice Elena.

Las tiene por todas partes de su casa, en la entrada, en la sala, en el comedor, en una especie de galería y otra, la pieza más grande, la Virgen de las Raíces –así la llamó- tallada en la raíz de un árbol que está en pie a la entrada de su terreno. Y en su taller, la materia prima. Raíces tiradas por todas partes esperando ser trabajadas.

“Cuando tallo las raíces  siento paz y mucha satisfacción cuando las termino”. Nunca deja una inconclusa. Reto que apuesta, reto que cumple. Alguna vez tardó una semana en terminar una paloma y dijo haber estado angustiada por prolongarlo tanto.

Su escultura más querida es un caballo,  obtenida de la raíz de un eucalipto. Es su preferida porque no le costó trabajo encontrar y mostrar lo que era.

Siente deleite dedicarse a sus raíces e invierte el tiempo de buena manera. “No miro televisión”.   Pero sus hijos reclaman la falta de atención a otro tipo de cosas de la casa. “Mami no queme las ollas, solamente está en las raíces”, cuenta que le reprochan.

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