Las ventas de comidas y bebidas llenan los exteriores de los recintos electorales en Quito
Ventas en los exteriores de un recinto electoral en Quito, en la calle Domingo Espinar. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Apenas se arriba a cada uno de los recintos electorales, en Quito, lo primero que se escucha son las voces de los vendedores de alimentos, quienes gritan desde sus puestos. Mote, hornado, empanadas, sánduches, pescado frito, pristiños, dulce, jugos de frutas y pizzas son parte del menú que se ofrece a los votantes durante los comicios seccionales de este domingo 24 de marzo del 2019.
También se escucha a quienes se dedican a plastificar las papeletas de votación. Colocaron sus mesas con equipos en las puertas de los establecimientos y emplasticaban los documentos de los votantes. El costo de este servicio variaba entre 0,20 y 0,25 centavos.
Este Diario hizo un recorrido en tres puntos de votación y el panorama es el mismo. Decenas de comerciantes de comidas se ubicaron en las afueras. Cubren sus productos con parasoles y en el ambiente se percibe el olor de los alimentos.
En los exteriores del Colegio Mejía, en el centro de la urbe, decenas de personas acudieron a sufragar desde temprano. Los primeros que aparecieron eran los emplasticadores de papeletas.
Allí estaba la no vidente Liliana Valladares, de 32 años, quien atendía en su puesto junto a sus sobrinos. Durante la mañana, ellos emplasticaron 200 papeletas. Su aspiración es lograr 1 000.
Hasta las 09:00, los comerciantes aseguraban que las ventas eran bajas y esperaban que en el transcurso de la mañana mejoren.
Luis Caranqui se instaló con su puesto afuera de la Universidad Politécnica Salesiana Norte para ofrecer platos de choclo mote a USD 1,50. Lucía preocupado porque vendió poco y espera mejorar en el transcurso de la mañana. Aspira vender unas 400 porciones durante las votaciones.
El ambiente era movido con una alta concurrencia de personas en las afueras del Colegio Montúfar, en el sur de Quito. Más de 10 puestos de comida se montaron allí y los comensales degustaban de una amplia gama de platillos.
Amparo Simbaña expendía vasos de jugo de naranja a USD 0,50 y cada tarrina con arroz relleno costaba un dólar. Ella se encontraba junto a sus hijos y su aspiración es ganar USD 100 durante el día.
Geovanny Tabango comercializaba pristiños con dulce de mora a un dólar. Durante la mañana vendió 200 y aspiraba llegar a 800 hasta el cierre de los comicios electorales. “Este es un negocio de tradición, son los mejores”,
señala.
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