En la escuela Alfredo Pareja, en Guayaquil, los maestros aplican trabajos en equipo para integrar a los alumnos. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Los amigos de Edward se concentraron alrededor de su pupitre para armar un rompecabezas. Parece sencillo, pero aquellas 12 piezas no encajan.
Entonces empiezan a ofuscarse: se rascan la cabeza, desbaratan lo que habían logrado, se quejan… Solo la contagiosa risa del niño de 8 años, y una frase de aliento con su característico acento caribeño, les permite recobrar el ánimo.
Edward es parte de los 45 estudiantes extranjeros que comparten aulas en la escuela Alfredo Pareja Diezcanseco, en el norte de Guayaquil. El pequeño nació en Venezuela y desde abril está haciendo nuevos amigos en Ecuador.
Para acogerlos y promover la continuidad de su formación, la psicóloga Ivonne López, coordinadora del Departamento de Consejería Estudiantil, cuenta que en el plantel trabajan con un enfoque inclusivo y en prevenir la discriminación. “Afianzamos valores. Hablamos con los estudiantes de la tolerancia, el respeto y la igualdad para generar un espacio de convivencia armónica”.
Ese es parte de los lineamientos que han recibido del Ministerio de Educación para evitar la xenofobia o el rechazo a los estudiantes de otras nacionalidades en las aulas. La disposición ministerial enfatiza el respeto de los derechos humanos de las personas migrantes, como cita la Constitución ecuatoriana.
Unicef promueve una campaña para fomentar la amistad entre diferentes culturas, dentro de las aulas. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El sistema educativo nacional acoge a 4,3 millones de estudiantes, en los ciclos Costa y Sierra-Amazonía. De ellos, cerca de 34 000 alumnos son otras nacionalidades, principalmente venezolanos (16 800), colombianos (7 740) y peruanos (1 290).
López, especialista en orientación y educación familiar, asegura que no han detectado casos de xenofobia entre pares. Pero como prevención afianzan las campañas contra la violencia escolar que mantienen desde años anteriores.
Hacer amigos es la estrategia que propone el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para combatir el acoso escolar, que afecta a uno de cada cinco niños en el país. El organismo presentó en junio la campaña Seamos amigos, ligada a la empatía en los salones de clase. La primera fase se centrará en la amistad entre diferentes culturas.
Saray es tímida. Se sonroja cuando sus compañeros de tercero de básica aplauden por su respuesta acertada durante una clase de Matemáticas. Es colombiana y aún se está acoplando a su nuevo entorno.
El director de su escuela, José Cirino Yagual, asegura que la solidaridad de los chicos hace más llevadero el proceso de adaptación de los alumnos de otros países. Pero para alcanzar una integración total también están trabajando con los representantes de los estudiantes en fomentar la tolerancia desde el hogar.
La semana pasada, este plantel guayaquileño recibió la visita técnica del Ministerio de Relaciones Exteriores. Los maestros fueron capacitados para detectar alertas y combatir la xenofobia entre sus casi 1 100 alumnos. “Afianzamos que los límites territoriales no nos definen. Somos seres humanos y la migración nos ha afectado a todos en algún momento”, comenta el director.
Para Darío Terán, director de Prevención de Vulnerabilidad del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), la xenofobia se combate al resaltar lo positivo de otras nacionalidades. “Y lo positivo está en la cultura, la gastronomía, las creencias en común y el vínculo familiar que se mantiene pese a la difícil situación de movilidad humana”.
Esos elementos serán parte de una campaña del MIES para erradicar estereotipos, que se centrará en las ciudades con mayor presencia de migrantes. Terán explica además que hacen un acompañamiento de los procesos educativos de los niños para detectar posibles vulneraciones de derechos.
Mathew, al igual que Edward, cada vez está sumando más amigos. El pequeño de 4 años, también de origen venezolano, es el ayudante favorito de su maestra de primero de básica. “Es un poco inquieto, pero muy cariñoso y colaborador”, dice la profesora mientras el niño va de un lado a otro, entregando los cuadernos de ejercicios de caligrafía a sus compañeros de salón.