Enma Amagua Criollo todavía habla de su hijo en presente y luego llora por su muerte. Édison Mosquera falleció, luego de siete días de agonía. La madre dice que el deceso se produjo por el impacto de una bala de goma en medio de las manifestaciones por las medidas económicas. Este 7 de noviembre del 2019 hubiese cumplido 30 años de edad. La familia prepara una misa.
Este Diario recogió testimonios de la madre de Édison y también de su hermana, Patricia Mosquera, sobre las circunstancias de su muerte. Ellas cuestionan la versión oficial, que señala que el joven murió en el Cumandá, un sitio céntrico de Quito, “fuera de la zona de las protestas”.
Este es el testimonio de Enma Amagua:
“Tengo tres hijos. La mayor cumplió 32 y este 7 de noviembre del 2019 Edison estaba por festejar los 30 años. Mi hija, la tercera, tiene 18 años. Soy comerciante. Tengo mi tienda y con eso sobrevivo.
A mi hijo le gusta el fútbol. Es presidente del Club Racing de La Argelia (sur de Quito) y es hincha de la Liga de Quito. Tiene dos hijos, dos gemelos, a los cuáles adoraba.
El incidente ocurrió el 7 de octubre. Eran 23:30, cuando entró una llamada al celular. Dijeron que necesitaban un familiar de urgencia en el hospital del IESS, de la Quito Sur. En 10 minutos estuvimos ahí.
Edison Mosquera murió el 13 de octubre del 2019, después de pasar 7 días en agonía. Foto: David Landeta / EL COMERCIO
Los doctores nos dijeron que si le operaban se moría, que si no lo hacían también. Preguntamos ¿Para qué operarlo, entonces? Con el pasar del tiempo mejoraron los signos vitales. Ahí dijimos que si podían intervenirle. Pasó un día y lo hicieron.
El domingo 13 de octubre a las 13:45 murió. Minutos antes, a las 12:30, lo vi con vida por última vez. Yo salí de la habitación. Estábamos sin comer desde el sábado, porque había toque de queda. No nos dejaban salir a ver la comida, no había nada en el hospital. A lo que estaba saliendo, mi hija me llamó. Me dijo: regrese, mi hermano ya se murió.
Todo fue muy doloroso. Lo velamos en El Girón y lo trasladamos al cementerio de Santa Rosa; ahora está junto a su abuelita, que falleció el 24 de septiembre del 2019. Él se cambió de casa a una que está ubicada muy cerquita de aquí para cuidar de sus abuelos que vivían solos. Y todas las tardes llegaba para almorzar con nosotros.
El día del incidente, Edison se fue a las 06:00 al Valle de Los Chillos a trabajar en una camioneta. Él es electricista, pero no encontraba trabajo y se dedicaba a lo que sea.
Puso muchas carpetas, porque también era chofer profesional.
Hace un año salió de una cadena de supermercados y al no conseguir empleo me ayudaba en la tienda. Nosotros no hemos robado, no hemos hecho nada malo. Mi hijo trabajó siempre.
Además, nos ayudaba en el negocio. Los sábados y domingos vendo tortillas y él cortaba la carne, pelaba las papas. Era un buen hijo. El quiso ir a defender sus derechos y perdió su vida. Era mi único hijo varón. Con el alza de la gasolina, ya no le daba para sobrevivir.
Mi hijo no era terrorista, narcotraficante, ni nada de esas cosas. Era la persona que más se llevaba en el barrio. Humilde, sencillo y trabajador. Siempre sudándonos la frente, dando todo dignamente”.
Testimonio de Patricia Mosquera, hermana de Edison:
“En el momento en que ocurrió todo no sabíamos qué era una bala de goma. En las radiografías se demostraba que era una cosa grande, redonda, que estaba en el tronco cerebral. Esperaron unos días, porque el cerebro estaba muy hinchado. La cirugía fue el miércoles 9 de octubre. No le pudieron sacar esa bala.
Ahora sabemos que cuando entra el proyectil le destroza toda la parte izquierda del cerebro.
Recuerdo que el 7 de octubre llegó la caravana indígena. Por eso bajé a dar, como todo el barrio, agua y comida, para recibirlos para que ellos puedan avanzar.
A las 20:00, los indígenas ya llegaron a la intersección del Sena y Maldonado. Uno de mis amigos dijo que él acompañó la caravana y ellos saben que a la altura de la calle Rocafuerte hubo policías. Ellos intentaban subir por toda la Maldonado para ir a El Arbolito. Y empezó el conflicto. La gente se enfrentó con los uniformados.
Para poderse cubrir, la gente había sacado las puertas de una casa, cerca de un hotel.
Edison cae en la avenida Maldonado, más o menos por la Casa de Mejía Lequerica.
Testigos vieron a mi hermano caer en el contexto de las manifestaciones en el lugar. No fue un asalto.
En un video se ve que Edison se detiene y se agacha a recoger algo que se cayó. Luego los policías lo tumban y lo comienzan a golpear. Uno se acerca y lo dispara. La bala de goma ingresa por detrás de la oreja.
Nosotros fuimos a poner la denuncia el martes 8 de octubre a las 12:00 y no nos dejaron hacerlo en la Unidad de Flagrancia. Dijeron que estaba cerrada. Había un cordón de policías que cercó todo.
El jueves 10 estábamos en el hospital y unos vecinos que habían ido a visitar a mi hermano nos llamaron. Nos dijeron que en ese momento la Defensoría del Pueblo estaba ahí, en la morgue, por el tema de los dos chicos que cayeron del puente de San Roque.
La Defensoría nos ayudó para poner la queja. Cuando entramos a Flagrancia querían poner el delito como vandalismo y los de la Defensoría presionaron para que no nos pongan eso, sino que se registren las cosas reales.
Ahí accedieron a que un médico legista constate el estado de mi hermano y después envió un informe. Luego nos permitieron poner la denuncia. Con eso pidieron que nos acerquemos a la Fiscalía.
Después de que mi hermano perdió la vida, la Policía mandó un oficio para que ya no se investigue por lesiones, sino que sea por muerte violenta.
No tenemos el informe de la autopsia ni el de balística. En el hospital nos entregaron una copia, pero cuando pusimos la denuncia en la Unidad de Flagrancia nos retiraron porque dijeron que se trataba de evidencias.
En la Fiscalía está todo en un expediente. Teníamos en la mano y nos retiraron todo cuando pusimos la denuncia.
Dicen las autoridades que mi hermano fue herido en el sector del Cumandá. Todo ocurrió en la parada del Trole del Cumandá, donde sí hubo represión.
Los cuatro agentes que están con el caso nos están ayudando. Confiamos en ellos. Con la justicia ecuatoriana no sabemos qué va a pasar.
Nos han llamado a declarar en las oficinas de la Fiscalía. El día del traslado conversé con un amigo de la universidad y me dice que ayudó a mi hermano sin saber su identidad.
Él no vio cómo cayó, pero estuvo ahí y observó la represión. Nos llevó al sitio para indicarnos cómo ocurrieron las cosas y cómo le ayudaron a mi hermano”.