Edificios vacíos y locales cerrados abundan en la avenida 10 de Agosto

En la intersección de la 10 de Agosto con la Colón hay locales cerrados. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

En la intersección de la 10 de Agosto con la Colón hay locales cerrados. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

En la intersección de la 10 de Agosto con la Colón hay locales cerrados. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

El abandono es el inquilino testarudo que, poco a poco, se apropia de la av. 10 de Agosto. Esta, la vía más ancha de Quito, de 7 km de largo, que tiene hasta ocho carriles en algunos tramos y que en los años 40 fue el corazón del desarrollo de la ciudad, hoy agoniza.

Cada cuadra tiene al menos dos negocios desocupados y algún letrero de “se vende”. Los grafitis atiborran las puertas enrollables cerradas que, en algunos casos, no se han abierto por años. Y los cables enmarañados cuelgan de los postes como hamacas y se enredan con los árboles crecidos.

Desde El Labrador, los locales y departamentos desocupados saltan a la vista. Junto al intercambiador hay lotes vacíos que se volvieron basureros y locales cerrados.

Entre La Y y la Juan de Ascaray, el problema se hace más evidente. Dicen los dueños de los negocios que la situación empeoró con la salida del aeropuerto en el 2013 y de la terminal de La Y del Trolebús, a finales de mayo del año pasado.

En tres cuadras hay cinco locales cerrados y los que quedan no son rentables. Juan Carlos Bustamante atiende desde hace ocho años un local de venta de comida ubicado frente a la entrada principal de lo que fue la estación. Antes vendía 120 platos, hoy no llega ni a 40. Cuenta que otros dos restaurantes del sector cerraron y que ellos se mantienen porque es un negocio familiar.

Esta es una zona por donde poca gente camina. Abundan los carros, los buses, las motos, pero hay muy pocos peatones. Desde La Y, la vía se vuelve más saturada. Hay edificios de cinco y siete pisos, algunos vacíos. Las aceras están destruidas, hay matorrales crecidos y paradas dañadas.

En la intersección con la Pereira hay una edificación que se vació hace casi tres años. El edificio tiene 11 plantas y 5 500 m² de construcción. Cuenta con 330 estacionamientos y tres almacenes con mezzanine. Por él piden USD 3,2 millones. Aún no hay comprador.

Allí funcionaban juzgados, pero se mudaron a las plataformas y al complejo de la Judicatura. Junto con esas oficinas se fueron los clientes. Jacinto Ipiales atiende un local de venta de desayunos. Antes despachaba unos 100 platos, hoy no llega ni a la mitad.

La edificación abandonada, dicen los vecinos, genera inseguridad. Ya no hay usuarios, clientes ni moradores que se adueñen de las calles. Como hay árboles crecidos, caminar por esta vía se vuelve arriesgado. Hay asaltos.

A lo largo de un kilómetro, otros cuatro edificios corren la misma suerte. Del edificio Comandato cuelga un letrero de “se vende”. Patricio Alejandro, guardia del lugar, cuenta que el primer piso es usado como bodega y que está a la venta junto a algunos parqueaderos desde hace varios años. Los otros pisos son usados como consultorios médicos y oficinas.

En la esquina de la 10 de Agosto y Mañosca hay cinco viviendas y todas tienen letreros que anuncian la renta o la venta. Todos los locales de la primera planta están vacíos y rayados. La imagen se repite hasta llegar a San Blas.

Esta es una vía cargada de historia. Alfonso Ortiz, historiador, cuenta que data de la época prehispánica y que conectaba esta zona con el norte y en 1940, con la apertura del aeropuerto, se consolidó. En los 50 se la bautizó como la conocemos hoy: 10 de Agosto.

Jacobo Herdoíza, secretario de Hábitat y Vivienda, reconoce el deterioro físico, ambiental y social que esta vía atraviesa desde hace unos 20 años.

Explica que el carril exclusivo del Trolebús es uno de los factores que juega en su contra, ya que la fragmenta y hace que no haya conexión peatonal eficiente entre las fachadas oriental y occidental.

La zonificación tampoco ha funcionado bien en este sector. Los edificios se construyeron sobre la línea de fábrica y están adosados a ambos lados, lo que hace que las oficinas o departamentos no tengan luz ni ventilación adecuadas.

En otros sectores, como en la República de El Salvador, los edificios tienen un retiro de 5 metros, lo que sumado a los 3 m de la vereda crean un frente urbano adecuado. La 10 de Agosto tiene un déficit de espacio público.

Herdoíza explica que esa norma urbanística de esta zona no se ha cambiado en 50 años.

De allí que la densidad poblacional se está perdiendo en los últimos tres años. Lo ideal sería que la densidad poblacional de una ciudad sea de 200 habitantes por hectárea. Pero hay zonas en el hipercentro de Quito, como en la 10 de Agosto, donde no llega ni a 75. Las cifras salen de un estudio del Instituto de Investigación y Posgrado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central.

Es urgente, dice Herdoíza, recuperar el espacio público y estimular a la inversión inmobiliaria con mejores oportunidades de aprovechamiento del suelo. Justamente pensando en eso, el 2 de mayo se aprobó la Ordenanza de Ecoeficiencia que permite edificar hasta 15 pisos (dependiendo de la zona), a lo largo de esta vía. Antes el límite era de 10. El objetivo es disminuir el costo del m². Actualmente, según el valor del catastro, el m² cuesta entre USD 480 y 700 a lo largo de esa arteria. La idea es disminuir ese valor en un 25%.

Fernando Carrión, asesor del alcalde electo Jorge Yunda y quien elaborará el Estatuto Autonómico de Quito y planificará el diseño urbano de callejones y centralidades, propone trabajar en el eje 10 de Agosto-Guayaquil-Maldonado, para que sea un elemento articulador de toda la ciudad.

Considera adecuado definir usos de suelo, alturas de edificación y políticas de estímulos, como la exoneración del pago del impuesto predial por determinado tiempo, y de castigos, por ejemplo subir los impuestos a los terrenos baldíos.

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