Las paredes de una vivienda en Guayaquil se desplomó y cayeron en la habitación. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
Cecilia de Coronel está convencida de que su devoción a la Virgen del Carmen obró a su favor. La estampa de la Virgen en colores sepias fue uno de los pocos objetos que permanecieron colgados en las paredes del dormitorio que comparten Coronel y su esposo, en la planta alta de una vivienda de construcción mixta, levantada hace más de 50 años en la esquina de las calles Del Ejército y Bolivia, en el centro-sur de Guayaquil.
La vivienda de esta devota de 53 años fue una de las más afectadas por el sismo que la mañana de este martes 28 de abril del 2015 despertó a los habitantes de Guayaquil. En este sector del Puerto Principal muchas de las viviendas son de paredes de ladrillo con vigas de madera.
A causa del sismo, una de las paredes del dormitorio se desplomó, y los pedazos junto con los maderos de soporte cayeron sobre la cama y una repisa. Un pequeño televisor quedó destruido en el piso de madera. “Ya me había levantado, le estaba preparando el desayuno a mi esposo cuando sentimos el movimiento. Entonces bajamos corriendo a la calle. Después de unos minutos, cuando regresamos, vimos que la pared se había caído”, relata la propietaria del inmueble, donde habitan seis personas. “La virgencita nos salvó, se imagina si hubiese ocurrido cuando dormíamos, ya no los estaríamos contando”, dice Coronel.
No lejos de allí, en las calles Gómez Rendón y Leonidas Plaza otra vivienda del mismo tipo de construcción sufrió daños por la fuerza del movimiento telúrico. Un pedazo de pared exterior de ladrillo se aflojó en la planta alta de una casa rentera, y cayó sobre un local comercial contiguo. Bellanira Gómez, propietaria de la vivienda aún no salía del susto. La mujer de 70 años descansaba en un ambiente contiguo cuando se produjo el remezón. “Cuando sentí el temblor enseguida me arrodillé y me puse a rezar”, relató por la mañana.
Las evidencias del sismo se observaban también en el centro de Guayaquil. Restos de cemento y pedazos de paredes y techos cubrieron algunas de las aceras. Los escombros fueron producto del roce de algunos edificios, durante el movimiento sísmico.
Ángel Villalba vio los pedazos de piedra mientras caminaba a su trabajo, en un pequeño local de venta de productos para celulares ubicado en P. Icaza y Córdova. “Recién me entero que hubo un temblor”, dijo a las 08:45. “Debe ser el anuncio del cambio de estación. Ya debemos entrar al verano”, conjeturo.
Mally San Pedro, en cambio, sintió el temblor cuando asistía a una consulta médica en un dispensario del IESS. “La doctora quería salir corriendo, pero yo la tranquilicé y nos metimos debajo del escritorio. Ahí estuvimos por más de un minuto. Soy maestra de escuela y nos han enseñado cómo actuar en estos casos”.
En gratitud, la educadora acudió a la iglesia San Francisco. Ahí elevó una oración. “Mire lo que pasó en Nepal. Y hay que recordar que Ecuador está en el cinturón de Fuego del Pacífico”.