La edición de libros se trató en un taller

Redacción Cultura

El  poeta  cubano Juan Diego Padrón dictó la semana pasada en Quito un taller de edición de libros.

Padrón es un reconocido  editor  que se desempeña como investigador en  Casa de las Américas de  Cuba. Martha Sofía Vargas, socióloga y gestora cultural, y el periodista y poeta  Diego Cazar invitaron a Padrón para que dictase  un seminario desde  el lunes 22 al jueves 25 de marzo, en el Centro Cultural
Metropolitano. En sus charlas, Padrón habló de estos temas ante 36 asistentes (periodistas, correctores de estilo, estudiantes y pedagogos): Breve historia del libro, el libro y sus partes, el equipo de edición, el perfil editorial y de colección, los diferentes tipos de ediciones, la editorial y su flujo productivo, la política editorial y la breve historia de la lectura.
 
El profesional cubano se define como un humanista. Es consciente de que los libros se los hace para venderlos, pero él brinda un valor único y especial a la calidad de los textos, porque los hace con rigor y pasión.

Padrón dijo que cuando llegó a Casa de las Américas,  a principios de los noventa, los ejecutivos querían crear una red comercial, un tanto compleja, financiada por un francés (no dio el nombre).   En ese tiempo crecía el turismo en Cuba y debían hacer unos libros especiales.

Padrón explicó que el francés dijo: “vamos a hacer un libro sobre los personajes históricos de la Revolución, pero no vamos a hablar de política”.

Padrón no creía que se podía hablar de Fidel Castro, Camilo Cienfuegos  y el Che al margen de  la política.  Sin embargo,   tenía un gran material fotográfico,  textos complementarios y anecdóticos.  En estos libros aparecieron imágenes de Fidel en Boston junto a policías de EE.UU.:  les  regalaba tabacos. También se veía a Castro  aterrorizado por un tigre. O el  Che pescando o jugando golf  y Cienfuegos  haciendo piruetas de  un helicóptero. La serie se llamó ‘Barbudos’.

Cuando la colección estuvo lista, Padrón sugirió imprimir 10 000 ejemplares de cada libro. El francés propuso un estudio de mercado en la Isla y el resultado fue: 50 000  del libro del Che; 10 000,  de Fidel , y 4000 mil de Camilo.  Aprendió que para ser editor se requería más que percepción: perseverancia y originalidad. Alejandro Querejeta  Barceló, escritor y editor cubano, afincado en Quito, desde hace muchos años, dijo que la producción editorial cubana desde hace medio siglo es inmensa, tanto en volumen como en títulos. 

“Tuvo como antecedente una campaña de alfabetización, en 1961, que abrió las puertas a la lectura a miles de cubanos y a la que siguieron fuertes programas de escolarización”. Posteriormente -dijo- se fueron creando editoriales especializadas muy importantes (Arte y Literatura, Casa de las Américas, Letras Cubanas, etc.) con colecciones de precios muy bajos y, por tanto, de fácil acceso a grandes masas de lectores.  Les siguieron editoriales en sus catorce provincias. Hubo textos literarios, científicos, históricos.

Querejeta explicó que en Cuba siempre hubo una  actitud de respeto y admiración por los libros. Algo que se ha convertido en necesidad para toda la población, desde la infancia.

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