En Santiago de Chile persiste la incertidumbre sobre la suerte de los ecuatorianos residentes en Concepción, a 600 km al sur de esta capital.
Según el embajador ecuatoriano en Chile, Francisco Borja, se calcula que en esa ciudad viven 800 ecuatorianos. Se han lanzado a través de los medios 110 solicitudes buscando connacionales. Solo han respondido 15.
La Embajada apenas pudo comunicarse ayer con la cónsul Silvia Vallejo, quien organiza para hoy un encuentro con los ecuatorianos en la Plaza de Armas de Concepción. Desde allí los llevará al aeropuerto a quienes quieran embarcarse en el avión Hércules, que llega hoy a las 13:00 locales con ayuda humanitaria, y así regresar a Ecuador.
Otro es el panorama en la capital. Si bien se puede ver efectos del sismo, la ciudad vive con relativa normalidad. Aquí residen alrededor de 8 000 ecuatorianos, pero solo están registrados 300 en la Embajada.
El susto de muchos ecuatorianos en Chile es inmenso. Y la opción es doble: quedarse o partir.
La milagreña Edith Pérez llegó apenas hace dos meses a Santiago en busca de un futuro mejor. Pero ya no quiere saber nada de quedarse a vivir en este país. “Comenzaba a trabajar el lunes pero no fui. Mi esposo (Nixon Zambrano) quiere quedarse, pero yo no”.
Pérez cuenta que debió dormir dos noches en el parque cercano a su casa en la calle Florida, pero su compañera de casa, una brasileña, olvidó cerrar la puerta. “Me robaron todo lo que tenía”.
Su caso no es el mismo del matrimonio portovejense de Claudio Vázquez y Patricia Macías: “Claro que nos dio miedo, pero estamos bien aquí. Son cosas de la naturaleza”, dijeron al unísono. Lo mismo siente el esmeraldeño Luis Mina: “El miedo solo dura un momento, pero al pasar el tiempo uno se va calmando”.
La calma falta a veces, sobre todo para aquellos que vinieron a Santiago para pasar las vacaciones, pero que deben volver al Ecuador para cumplir con sus trabajos. En las afueras de las oficinas de Lan, en el barrio Providencia, hay largas filas. Son pasajeros que están a la espera de que se reabra el aeropuerto.
El quiteño Santiago Arguello llegó a Santiago para visitar a su sobrina Gabriela. Debía volver el mismo día del terremoto, pero “la empresa Taca no nos ha dado ni siquiera una información, menos aún una solución”.
“Yo debí volver el lunes, me están programando recién para el 8 de marzo. En mi trabajo (topógrafo de las FF.AA.) me dicen que no me preocupe, pero uno siente ganas de volver ya”.
La angustia también invade a las guayaquileñas Adela Ibarra y Teresa Macías, dos profesoras que también vinieron de turismo. “Aunque en Ecuador se vive temblores, nada se parece a esto que pasamos. Ya debimos haber vuelto y no sabemos qué hacer, no tenemos dinero, ya no nos queda nada y en el hotel no perdonan nada”, se lamentaron.