Un busto y un monumento en piedra, en homenaje al presidente Galo Plaza Lasso.
Calles de polvo y piedra, flanqueadas por casas sencillas de dos pisos con balcones adornados con macetas donde florecen geranios y girasoles.
Una biblioteca. Pequeños centros de producción agrícola y lechera. Una hacienda legendaria. Un pequeño pueblo casi ignorado por las confusas señales y letreros en carreteras y caminos de Pichincha e Imbabura.
Una comunidad donde domina la presencia femenina: artesanas, bordadoras, guías turísticas, tejedoras, cosedoras…
El pueblo se llama Zuleta, como la hacienda de los Plaza, el lugar de donde salieron estas mujeres que nacieron y crecieron en esa enorme finca y que ahora, independientes, hacen maravillas con sus manos y su creatividad.Ellas trabajan y viven su cotidianidad con dos referentes: el recuerdo de “Don Galo”, quien ayudó a sus abuelos y padres a educarse y tener una profesión, y la fama que les ha traído la confección de camisas para el presidente Rafael Correa.
Hacia el oriente del monumento a Plaza aparece la casa de Laura Ponce.
Tiene 72 años y mantiene su taller “Cosas lindas” desde hace 48 años.
En su pequeño local predominan un altar al Divino Niño y una fotografía del presidente Correa con la camisa que estrenó el día de su posesión.
Laura es orgullosa de ello. Sobre todo porque quien diseñó, confeccionó y bordó la camisa fue su hija Teresa, hoy propietaria del almacén “Bordados Zuleta”, en el norte de Quito.
“La mamá de Don Galito, Avelina Plaza, fue la persona que nos enseñó a bordar en el taller de la hacienda”, recuerda Laura, entusiasmada.
Eso fue hace medio siglo y, sin embargo, es un recuerdo que permanece vigente porque gracias a ese aprendizaje hay 300 familias que viven del bordado.
Alrededor del pueblito están las comunas de Cochas, Chico, Angococha y La Magdalena.
Y en esas comunas están las ayudantes de bordado, organizadas en una asociación.
Laura ocupa a 20 mujeres para que sus camisas, manteles, sábanas, tapetes, toallas, gorros para chefs y blusas tengan la marca única de Zuleta: el bordado con hilo DMC.
El hilo, de fabricación francesa, es uno de los secretos de las bordadoras de Zuleta.
A media cuadra del local de Laura está la casa de María Fanny Albán, de 62 años.
Ella cuenta que el quid del hilo DMC es que dura muchísimos años: “La tela puede acabarse y desgastarse, pero el hilo, jamás”.
Junto a la larga mesa donde exhibe delantales, pañuelos, camisas y otras confecciones, Fanny cuenta que trabajó desde joven como auxiliar de enfermería en la hacienda.
Luego decidió dedicarse al bordado, se independizó y es feliz: su hijo Iván Granada (38 años) es oficial de la Fuerza Aérea Ecuatoriana y su hija Dayana (24) estudia una maestría ambiental en España.
Nada para quejarse. Al igual que Laura Ponce, lleva en su memoria la generosidad de Galo Plaza para crear oportunidades de trabajo que beneficiaron a la población.
María Fanny tiene un álbum con fotografías del presidente Correa y aclara que las camisas tipo Zuleta no solo las hace Laura Ponce, sino también ella.
¿Una prueba? Precisamente la camisa que está bordando ahora y que la próxima semana entregará a una emisaria presidencial, encargada de la imagen del Primer Mandatario.
A dos casas de allí está la casa, la tienda de abarrotes y el taller de María Esthela Albán, de 63 años.
María Esthela, prima de Fanny, es soltera y no tiene hijos.
Su historia es parecida a la de Laura y su prima. Nació y creció en la hacienda, trabajó 20 años en el taller, salió de allí e instaló su propio negocio.
María Esthela es famosa. Y por si acaso alguien no lo creyera, tiene fotos, muchas fotos de sus clientes de Alemania, Francia, Inglaterra, Escocia, Finlandia, España, Suiza, Chile…
Sus diseños tienen una huella particular: la obsesión por el bordado perfecto.
Para eso se esmera en diseños originales, en recortes exactos de piezas de tela, en elegir a las mejores ayudantes, en demorarse el tiempo que fuera a cambio de producir algo de excelencia (dos meses para terminar un mantel, por ejemplo).
Laura, Fanny y María Esthela llevan a Zuleta en la sangre, en el corazón, en las manos y en cada una de sus historias personales.
Un hilo invisible une el recuerdo de Galo Plaza Lasso como su gran motivador y el reconocimiento a Rafael Correa por la reputación y el prestigio que les ha traído la popularidad de las camisas presidenciales.