Con una oración, los miembros del Club Clown se alistan para entrar al Hospital Gustavo Domínguez, de Santo Domingo. Un domingo al mes llevan algo de alegría a pacientes, familiares y trabajadores de la casa asistencial.
Se reúnen en grupos de seis y emprenden la visita a las áreas de Pediatría y Cirugía del hospital. Antes se pintan sus rostros, se visten de verde, amarillo, naranja, rojo y morado.
Simulan ser doctores vestidos de payasos. Bajo sus atuendos están estudiantes y egresados de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE), que practican la solidaridad .
Tatiana Sampedro, una de las voluntarias, está convencida de que las sonrisas que logra pintar en los rostros de los pacientes motivan a seguir con la propuesta.
Ella es parte de Clown desde hace cinco años. Con otros 19 jóvenes, visitan hospitales, fundaciones, clínicas y geriátricos de Santo Domingo.
René Moreira asegura que las presentaciones que hacen cada mes dejan huellas en los corazones de pacientes y jóvenes.
Juan Riofrío estuvo internado en el Gustavo Domínguez hace un año. Él recuerda que estaba deprimido porque sus familiares solo podían acompañarlo en horario de visitas. “De repente llegaron unos jóvenes disfrazados de payasos, cantaron con nosotros y el tiempo pasó tan rápido, que cuando me di cuenta mi familia ya estaba conmigo”.
Moreira dice que los integrantes del club ven al voluntariado como un estilo de vida. Eso implica ayudar a las personas permanentemente sin esperar una retribución a cambio.
En Santo Domingo hay 140 organizaciones sociales registradas en la Secretaría de Pueblos, movimientos sociales y Participación Ciudadana. Una de ellas es la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ). María José Jiménez se unió hace apenas tres meses.
La motivaron los problemas que tiene la provincia tsáchila. “La violencia contra las mujeres, por ejemplo, es recurrente. Por eso me uní a una escuela de promotoras para prevenir que más hechos violentos ocurran en los hogares”.
Como ella, 50 jóvenes impulsan esta organización. Trabajan en áreas como niñez, movilidad humana, ecología, entre otras.
Gustavo Medina, en cambio, ha dedicado su vida a los campesinos y a los no videntes. Los hace desde hace 35 años. “No estoy involucrado solo con una institución. Estoy donde me necesitan”.
En la Fundación Luz y sombra elaboró los estatutos y el marco legal de la institución. “Ellos necesitaban una representación jurídica para pertenecer al Conadis. Por ello con un grupo de amigos nos encargamos de elaborar los documentos y enviarlos a Quito”.
Sampedro, Jiménez y Medina coinciden en que para hacer voluntariado es necesario involucrarse con las personas y con las necesidades de la gente. “Es un estilo de vida que se asume de corazón y con sentido de solidaridad”, refiere Tatiana Sampedro.
El reconocimiento
La Asamblea de las Naciones Unidas estableció el 5 de diciembre como el Día Internacional del Voluntariado. Cada año se realizan actos especiales.
La ACJ, en Santo Domingo, tiene dos tipos de voluntarios: los socios colaboradores (ejecutan los proyectos) y los socios básicos pertenecen al directorio local y nacional.
Otra de las asociaciones es la Fundación Acción Social Cáritas. Trabaja con personas con discapacidad y niños.