El volcán Tungurahua cambió tres veces de comportamiento

El 14 de julio del 2013 se produjo esta fuerte explosión, que formó un hongo que se observó desde el parque Centenario de Quito (foto). Es considerada la más fuerte de los 15 años. Foto: Vicente Costales / Archivo EL COMERCIO

El 14 de julio del 2013 se produjo esta fuerte explosión, que formó un hongo que se observó desde el parque Centenario de Quito (foto). Es considerada la más fuerte de los 15 años. Foto: Vicente Costales / Archivo EL COMERCIO

El 14 de julio del 2013 se produjo esta fuerte explosión, que formó un hongo que se observó desde el parque Centenario de Quito (foto). Es considerada la más fuerte de los 15 años. Foto: Vicente Costales / Archivo EL COMERCIO

Entre 1999 y 2010 fue estromboliano, pasó a vulcaniano y luego volvió a estromboliano. Luego de casi cuatro años de mostrar un comportamiento altamente explosivo, el volcán Tungurahua cambió. Ahora se manifiesta de forma moderada, tanto en la expulsión de la ceniza y gases, como en su alcance, que no es tan grande.

Este tipo de erupción se presentó el 1 de agosto pasado, la última de las reactivaciones en estos 15 años del proceso eruptivo. Ese día se divisó un hongo de ceniza. “El evento no fue sumamente fuerte ni notable, nunca salió muy alto, dado que el conducto fue abierto y se desgasificó”, explica Patricia Mothes, vulcanóloga del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional.

Con esa actividad, el Tungurahua volvió a ser un volcán estromboliano (del volcán Stromboli, en Italia), como lo fue desde 1999 –cuando se reactivó tras casi un siglo de inactividad-, hasta mayo del 2010. Desde ese año hasta el 1 de febrero del 2014, el coloso fue catalogado como vulcaniano (por el volcán Vulcano, Italia).

Su primera manifestación fue la de mayo, cuando hubo una tremenda explosión, cuya ceniza voló hasta Guayaquil, por lo que los vuelos del aeropuerto fueron suspendidos. Esa explosividad se debe a que se forma un tapón en el conducto del volcán, por el enfriamiento del magma. Se hace espeso y se tapona, y se acumula tanta presión que se producen las explosiones violentas, las cuales sobrepasan los 10 kilómetros de altura sobre el nivel del cráter.

La reactivación del 1 de febrero de este año tuvo características vulcanianas. La fuerte erupción hizo que la ceniza llegara a Quito, Cuenca, Macas y Azogues. Este comportamiento fue mucho más marcado el 14 de julio del 2013.

La explosión fue tan fuerte que formó un hongo de ceniza, que pudo ser divisado desde el norte de Quito y fue visible en Tungurahua y Chimborazo. Ocurrió a las 06:30.

Mothes revela un detalle interesante sobre este hecho. “Fue el evento más singular en los 15 años de historia del volcán”, que no se compara con la explosión del 16 de agosto del 2006, pese a su magnitud. La del 2013 fue diferente, porque fue una sola erupción y sus movimientos abrieron puertas y rompieron los ventanales de las viviendas de las comunidades cercanas. Esa manera de mostrarse fue por la acumulación de gases, que rompió el tapón. “Fue un sonido fuerte sin precedentes”.

La ceniza de ese hongo se dispersó hacia la Amazonía, el Austro y Pichincha.

En este momento, el Tungurahua se manifiesta como cuando empezó su actividad en 1999. El Instituto Geofísico detectó sus primeras reacciones en enero, pero fue en octubre cuando se sintieron las explosiones de gas, especialmente por la apertura del conducto.

Debido a la amenaza y al poco conocimiento que se tenía sobre el volcán, las autoridades hicieron la evacuación masiva y forzada de los habitantes de Baños y de las comunidades de Pelileo (Tungurahua) y de Penipe (Chimborazo). Todos salieron el 17 de octubre de 1999 y regresaron a la fuerza el 5 de enero del 2000. Baños quedó completamente desolado.

En ese entonces, la expulsión de gas y ceniza fue lo único que se tuvo. En octubre del 2001, la caída de grandes cantidades de ceniza hizo que los techos de las viviendas de las comunidades de Penipe colapsaran. Se acumularon 1,5 centímetros de espesor de ceniza negra.

Hubo actividad en los siguientes tres años, mientras que el 2005 fue el año más tranquilo. De pronto todo cambió en el 2006, cuando cayeron los primeros flujos piroclásticos incandescentes (piedras). En mayo se contabilizaron hasta 400 explosiones por día.

Lo más significativo sucedió entre julio y agosto, teniendo como punto culminante el 16 de agosto. Ese día, los flujos incandescentes bajaron por las quebradas de las comunidades de Juive Grande, Bascún, Cusúa, Bilbao y en Palictahua. En esta última murieron seis personas, las únicas víctimas de los tres lustros de reactivación. Los habitantes habían sido evacuados, pero los seis regresaron en la noche a verificar sus pertenencias y fueron alcanzados por los flujos.

Otras erupciones similares se presentaron en el 2008 hasta el 2010, que se hizo explosivo, durante casi cuatro años.
En este momento, el volcán está silencioso. Ya va casi un mes en ese estado y preocupa a los habitantes.

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