Apenas escuchó la explosión del volcán Tungurahua, María Baldeón cogió su mochila, cerró las puertas de su casa y caminó tranquila por la vía de tierra hasta el centro de la parroquia El Altar, en el cantón Penipe (Chimborazo). “La Mama es traicionera. Está calladita y de pronto se pone brava. Así es la montaña. Ya nos acostumbramos”.El volcán botó ceniza el viernes en la mañana. Baldeón, de 70 años, vive en Puela, otra parroquia de Penipe. Tiene el cabello blanco y usa un sombrero azul de tela. En su casa de ladrillo y techo de teja cubierta de ceniza, guarda una mascarilla, una bufanda, caramelos y una botella con agua en una mochila. Dice que cada 15 días revisa el bolso. Eso lo aprendió en los cursos de capacitación organizados por la Defensa Civil, la Cruz Roja y la Junta Parroquial. “También me enseñaron que en caso de una erupción tengo 15 minutos para abandonar el pueblo”.El viernes, la mujer caminó 45 minutos por la vía que une a Puela con la parroquia El Altar. Allí, un bus de la cooperativa Bayushig la transportó al centro de Penipe, donde tiene una casa que le entregó, hace dos años, el Ministerio de Vivienda. Su vecina es Raquel Sánchez. “Pensé que esta vez desaparecería Puela porque el volcán arrojaba mucha ceniza”.La agricultura de 83 años cuenta que el volcán se reactivó en 1999. En la mañana del viernes, con su hija Amparito Robayo, decidió abandonar la parroquia. En un camión de la Brigada Galápagos trasladó sus muebles, mesas y roperos deteriorados. Los militares Edwin Chiluisa y Segundo Tenelema la ayudaron. En El Manzano, una comuna de Puela, Mauro Mazón, de 73 años, revisa que los vidrios de su casa no estén quebrados. Asegura que en agosto del 2008, la erupción destruyó los tres ventanales. El viernes salió al centro de Penipe. Él tiene una mochila descolorida. “En este bolso llevo linterna y mascarillas. En los últimos 10 años aprendí a respetar al volcán y hacerle caso cuando se enoja”.Mazón cría gallinas, cuyes y una vaca. Ayer, a las 12:00, una explosión se escuchó en El Manzano. Los vidrios vibraron. Pero él no se asusta. Dice que no necesita que las autoridades le avisen cuando hay peligro. Johnson Barriga, presidente de la Junta Parroquial de Puela, indica que la gente sí está preparada para enfrentar una emergencia. “Aprendimos a convivir con el volcán Tungurahua”. Los dirigentes organizan cada mes, charlas en las comunidades sobre cómo actuar en caso de una erupción . Además, en los últimos cinco años se realizaron simulacros. En el momento, en la parroquia Puela viven 800 personas. La Unidad de Gestión de Riesgos entregó folletos con información.El viernes, la población salió por seguridad a El Altar y al centro de Penipe. La Brigada Galápagos ayudó con camiones.