No hay escasez de gas, solo es un proceso lento de abastecimiento de las distribuidoras”, dijo José Chile, director regional de Hidrocarburos del Norte (e).
Esta afirmación es contradictoria frente a la molestia de los habitantes de Tulcán, ante la dificultad para adquirir el gas. “Hace 15 días que no dispongo de gas”, se queja Leonor Chugá, mientras espera en el centro de distribución Agip Gas de La Rinconada.
Junto a Chugá, otras 20 personas hacen fila para obtener el producto. Una de ellas es Laura Reina. “En mi casa cocino con leña”, confiesa. Al mismo tiempo se resigna a quedarse sin el combustible porque un guardia de la distribuidora les informa que la venta directa está prohibida. “Deben comprar el gas a los carros que distribuyen”, les informa.
Felipe Ortiz es el encargado de entregar el gas en tres barrios de Tulcán, pero afirma que en menos de media hora se acaban los 150 cilindros de los que se provee a diario. “La gente está desesperada”, precisa. Él es dueño de uno de los 24 carros que entregan el producto en la capital carchense.
Según datos de la Intendencia de Policía, en promedio cada vehículo tiene un cupo mensual de 1 435 cilindros. Este dato es posible porque desde mayo del 2009, en la ciudad se implementó la campaña Mi gas con dignidad. “Esta iniciativa ha permitido reducir el contrabando en un 80%”, indicó Nelly Reina, intendenta de Policía del Carchi.
A cada familia le corresponde una tarjeta magnética, con un cupo para uno o dos cilindros de gas, dependiendo del número de residentes y del consumo mensual. Entonces, las personas acuden a un cajero automático y obtienen un tique, que luego entregan al distribuidor de gas y cancelan USD 2 por el combustible. Desde que se inició la campaña se han entregado 27 156 tarjetas.
Nelly Reina admite que “la gente se las ingenia para hacer contrabando. Obtienen el tique y lo venden a USD 7 u USD 8”. La Intendenta reconoce que hace dos meses se detuvo a seis personas (cuatro ecuatorianos y dos colombianos) que vendían tiques.