La denominada Ruta Recreativa (arriba) es uno de los espacios de Cuenca que utilizan los ciclistas urbanos. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO
La práctica del ciclismo está en auge en la capital azuaya. Hay tres grandes tribus urbanas identificadas por sus nombres, vestuario, tipo de bicicleta y el uso que le dan en la ciudad.
Ellos han seguido una tendencia internacional de agruparse según la forma de vida que llevan alrededor del uso de este vehículo, según Manuel Larriva, analista de Movilidad No Motorizada en Cuenca.
Una de las tribus es conocida como los bikers y, además, están quienes hacen mountain bike y ciclismo urbano. Para estos ciclistas, es una satisfacción convertir el uso de la bicicleta en una experiencia sensorial.
El ciclismo urbano es la práctica más común en Cuenca. Más de 10 000 personas están en nueve colectivos. Ellas se desplazan por la capital azuaya por lo menos una vez a la semana por las ciclovías de los parques lineales y por las calles.
Son hombres y mujeres que imponen el uso de la bicicleta como un medio de transporte amigable con la naturaleza, dice Nicolás Andrade López, del Colectivo Bici-Cultura. “Mejora la calidad de vida a través del ejercicio y contamina menos”.
El mountain bike es un práctica de aventura que mezcla el downhill (pendiente y velocidad) y el cross country (travesía). Las bicis de doble suspensión son diseñadas para viajes por terrenos irregulares. Estas cuestan entre USD 700 y 5 000.
En Cuenca hay unos 20 grupos que dedican más de seis horas los fines de semana para viajar hacia las montañas. No tienen nombres y están formados por profesionales en distintas áreas, de hasta 50 años.
El sábado pasado, Vicente Molina, de 48 años, dirigió a sus 18 amigos desde Narancay (salida sur de Cuenca) hacia Tres Claveles. La ruta de 6 kilómetros es empinada, de tierra y cruza por senderos angostos.
Las gotas de sudor resbalaron por sus rostros enrojecidos, como muestra de su esfuerzo físico. Muy cerca apareció Tito Galán, 49 años, y sus seis compañeros que iban a El Calvario-Tarqui, también en bicicletas.
Vicente Molina (de blanco) fue con 18 amigos hacia la zona de Tres Claveles, para practicar mountain bike. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO
Él conoce más de 20 rutas en los alrededores de Cuenca para hacer ciclismo de montaña como Nero, Las Estaciones, Cabogana, Minas de Sayausí, Labrados, Sigcho… Hacen esas travesías los sábados y poco a poco descubren nuevas rutas.
Galán es joyero y le gusta el ciclismo por su exigencia. “Mientras más angosto, trabado y empinado es el camino, más emocionante es la aventura”, dice Galán. Viste chompa térmica, licra, casco, guantes, gafas y pañuelo para cubrir su nariz y protegerse del frío.
En cambio los bikers son jóvenes que manejan bicicletas BMX de cromo y sin frenos. Hacen acrobacias en los pequeños aparatos, mientras pedalean. Dan saltos y giran sobre gradas, rieles, rampas, bancas… desafiando cualquier peligro.
Mickel Ochoa, de 22 años, es el líder del grupo Street Wansta Crew, que fue creado hace dos años y está integrado por más de 20 jóvenes de entre 14 y 28 años. Ellos usan el Parque Guataná, ubicado en la parroquia urbana de Totoracocha como pista para hacer sus maniobras.
Este espacio público es el único de Cuenca que dispone de rampas especiales para saltos extremos en bicicletas o patinetas. En el resto de sitios como el parque Cristo Rey, Otorongo, Puente Roto, La Merced… los ingeniosos bikers utilizan algunas paredes o bancas para hacer las piruetas.
Cada salto tiene un nombre en inglés como 360, 180, barspin, bunny hop, rollback, tanguel, fakie, one hand… Generalmente, los Street Wansta Crew visten al estilo hopero. Usan, por ejemplo, camisetas estampadas y con mangas cortadas, bermudas flojos y gorros de lana para soportar el frío.
En la parque Guataná de la capital azuaya, los bikers practican y perfeccionan sus saltos. Tienen entre 14 y 30 años. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO
Las bicicletas son, en origen, sencillas. Pero sus dueños decoran a su gusto los rayos, manzana, piñones, cuadrantes… Ochoa y Adrián Vargas llevan dos años en esta práctica y pese a que han tenido accidentes menores como raspones, golpes, luxaciones, etc. siguen saltando en sus bicicletas. “Con este deporte se descarga la adrenalina”, dice Vargas.
En Cuenca está surgiendo una cuarta tribu: los trial, que practican una modalidad parecida a la de los bikers, pero el piloto realiza saltos sin topar obstáculos y con un mínimo de apoyo de los pies. Para Manuel Larriva, cada grupo comparte también patrones de consumo alimentario y cultural.